Desconocer la historia, no prestar atención a los detalles más obvios, en muchas ocasiones lleva a cometer errores grotescos como ha ocurrido en la última edición del semanario Siempre, en la cual se colocó la silueta de Claudia Sheinbaum con un listón de la esvástica Nazi.

En dicha portada, publicada el 8 de diciembre, se observa la silueta en negro del rostro de la precandidata presidencial de Morena con el listón a color del reconocido símbolo Nazi. Beatriz Pagés, directora del semanario, dijo que la idea de la imagen, así como indica su editorial, es alertar “sobre el autoritarismo” que ven de mantenerse Morena en el poder, lo cual ocurriría si Sheinbaum es electa presidenta.

Dentro de un ejercicio de la libertad de expresión la imagen y el editorial no son censurables, pero una pizca de sentido común nos deja claro su incongruencia y mal gusto. En primer lugar se debe hablar del personaje, Claudia Sheinbaum, quien es de origen judío, con abuelos nacidos en Lituania y Bulgaria.

Es muy criticable que un medio de comunicación, haciendo uso de su libertad editorial, asocie prácticas o ideales del nazismo con una persona cuya familia forma parte de la comunidad judía, bien sabido por todos la principal víctima de las atrocidades del régimen totalitario que encabezó Adolf Hitler.

Otra de las incongruencias de la publicación es asociar al nazismo con el comunismo. Cualquiera que conozca un poco de la historia moderna sabría que el nazismo y el comunismo se encuentran polos ideológicos totalmente opuestos, el primero en la extrema derecha y el segundo en la extrema izquierda.

Además, si nos remitimos a los dos personajes principales de ambas ideologías (Adolf Hitler y Iósif Stalin) se debe recordar que ambos se odiaban profundamente, y que Hitler y el nazismo en general, consideraban a los rusos como personas de tercera clase.

“Si permitimos que pase Morena, si dejamos que gane Sheinbaum, los exterminadores de México no solo serán los SS de la 4T, sino una oposición sin coraje para impedir que México quede en las garras de un proyecto despótico y transexenal encabezado ahora por una comunista embozada”, indica el editorial de la revista.

Asimismo, comparar a miembros o partidarios de la administración actual con la policía política del nazismo (SS) es otro sin sentido que sólo busca llamar la atención de los lectores, desafortunadamente desde un discurso de odio fácil e irresponsable.

Más allá de las descalificaciones y ataques que se puedan hacer desde las esferas del poder en México, en nada se parece al régimen de odio y autoritarismo que se vivió en la Alemania Nazi. Y si se quiere alertar para que no se llegue a tales niveles hay formas mucho más responsables, aterrizadas a la realidad y congruentes que se pueden utilizar.

No olvidemos que más allá del totalitarismo, el nazismo representa uno de los mayores, sino el mayor, ejemplo de discriminación en la historia humana. Incluso desde la crítica y disidencia de ideas se debe mantener el respeto y un mensaje de comunión por el bien de México.