En columnas pasadas les he hablado de cómo la Inteligencia Artificial (IA) llegó al marketing para cambiar las reglas del juego (y reitero, todavía no nos va a quitar la chamba).
También les conté cómo los Oscar nos dejaron claro que el verdadero show ahora ocurre en tiempo real… en redes sociales, claro, no en la alfombra roja.
Pero hoy vamos a ponerle ritmo a esta historia. Porque si hay un terreno donde la inteligencia artificial está tomando fuerza —literalmente—, es en el mundo de la música.
Y sí, ya sé lo que algunos están pensando: “Ay no, ahora también nos van a quitar a los músicos”. Pero calma, mis amigos lectores, no es momento de vender la guitarra ni de decirles adiós al estudio de grabación. La IA puede generar beats, letras y hasta voces, pero el flow… el feeling, eso todavía no lo programa ni el mejor algoritmo.
Como en todo, se trata de una mezcla: el poder de la IA con la visión humana es lo que realmente puede dar vida a una buena canción, a un producto con alma… o al próximo one hit Wonder . Jaja.
Por ejemplo, componer como Mozart, sonar como Bad Bunny… o una mezcla de ambos. Sueña surrealista, ¿no? Pero con la IA, es totalmente posible.
Existen herramientas como AIVA, Amper o Boomy que ya te componen canciones desde cero. Le dices: “Quiero algo estilo Daft Punk pero con drama de telenovela” y te lo suelta. ¿Suena loco? Lo es. ¿Funciona? Bastante bien.
Y sí, puede parecer una herejía creativa, pero también es una herramienta brutal para quienes tienen ideas pero no los medios para producirlas. La IA, en este sentido, democratiza el proceso musical. Ya no necesitas un estudio de miles de dólares ni un productor sueco con Grammy: con un par de clics, tienes tu primer track.
Y sí, se puede usar para todo: desde jingles para comerciales, sonidos incidentales, hasta para ambientar una pieza visual. Los algoritmos ya te conocen mejor que tu ex… y al menos no te dejan en visto. Jaja.
¿Te diste cuenta que Spotify te recomienda canciones que no sabías que te iban a gustar… pero te encantan? Eso es IA. No es magia, es análisis de patrones, por eso te digo que te conoce mejor que tu ex.
Ahora imagina lo que eso significa para los marketers: segmentación más fina, personalización en tiempo real y lanzamientos optimizados para cada tipo de audiencia .
Y ni hablar de los artistas que están usando IA para lanzar campañas creativas:
- Vídeos musicales generados con DALL·E o Runway
- Letras escritas con GPT
- Avatares animados que dan conciertos virtuales
Sí, el futuro llegó. Y trae autotune .
Acaba de pasar el Vive Latino 2025 , un formato del que soy fan (y sí, aprovecho para hacerme un poco de promo porque por acá estamos cocinando nuestro propio festival).
Pero bueno, volviendo al tema… aunque todavía no vimos avatares cantando en el escenario, la tecnología ya forma parte integral de la experiencia del Vive:
- Bots que te dicen por WhatsApp en qué escenario está tu artista favorito
- Apps que te arman una lista de reproducción con lo que escuchaste en vivo
- Y pronto, quién sabe, quizás la IA sea la encargada de armar el line-up según lo que más movió en redes
Ojo: no se trata de que la IA lo haga todo, sino de que lo haga mejor junto a nosotros . Como dije en mi columna anterior: el secreto está en usar la tecnología a nuestro favor, no en temerle.
Mientras la IA no pueda sentir ni generar las emociones que transmite una buena rola en vivo, el factor humano sigue siendo el alma de la música… y del marketing .
Y no lo digo por romanticismo —lo digo también como músico—, sino por resultados: las marcas que conectan con emociones son las que se quedan en la cabeza (y en el corazón) de las audiencias .
La IA no es la banda completa. Es el nuevo integrante que no se cansa, no se enferma y no pide catering vegano, pero necesita dirección.
Queda en nosotros decidimos si lo usamos como herramienta para potenciar nuestras ideas… o si lo dejamos tocando solo.
Gracias por leerme como cada semana.
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¡Nos leemos la próxima!