Santiago, Chile.- A diario nos preguntamos cómo generar contenido o cómo presentarlo de manera que sea más atractivo y nos olvidamos de los elementos que pueden hacer de un texto algo que realmente importe a los demás.
Sucede que no todos los productos generan una atracción inmediata. Lo que no es de primera necesidad o no es tan magnético que quisiéramos tenerlo YA, es poco recordable porque sencillamente no hemos activado el interés por ello. Otra cosa es, si ese producto que puede no tener un encanto especial, se convierte en protagonista de una historia. Recuperarla es una buena acción de marketing.
Un cinturón que salva vidas en un accidente automovilístico, una pulsera fosforescente que nos avisa del cambio de salud en una persona, una linterna que sigue funcionando en medio de la nieve y alumbra el camino a un paseante perdido, un bolígrafo que puede escribir un mensaje de auxilio aunque su tinta esté mojada, son ideas de cómo productos útiles, pueden volverse altamente atractivos si asociamos una historia a su descripción. Es decir, se trata de encontrar la historia tras el producto y contarla a tu audiencia para que ella se identifique, se haga parte de la narración y piense que, en un futuro próximo, el producto podría hacer algo bueno por él o ella.
Cabe señalar que es evidente que la historia debe ser real para darle valor al producto y no es que tenga que haberla vivido alguien cercano- lo que, obviamente sería algo invaluable- sino que debe emerger de alguna fuente creíble, como un medio informativo, un estudio sobre tu industria en el que se incluya alguna anécdota identificable o ser extraídas de los testimonios de tus seguidores tras el uso del producto o servicio que ellos han adquirido en tu negocio.
No hay nada más poderoso que la verdad. Bueno, quizás un testimonio en primera persona de quien ha vivido esa verdad. Es bueno recordarlo.