Sin duda las imágenes son conmovedoras, pero minimizan el horror de una guerra.

Evidentemente en los medios de comunicación masivos, en Internet y las redes sociales se difunde información parcial; en primer lugar, porque la prioridad de la población es permanecer con vida y, en segundo, no hay condiciones para que la población documente lo que se vive día a día, no hay Internet eficiente, ni tiempo, entre muchas otras circunstancias imaginables. 

Por otro lado, los medios de comunicación (al menos los occidentales), no tienen un amplio despliegue, incluso las agencias de noticias más grandes han privilegiado la seguridad de sus corresponsales quienes transmiten, desde refugios -y qué bueno que así sea-, pues nada vale la vida de una persona, mucho menos las imágenes y las crónicas de guerra. 

Por ello y porque los medios de comunicación persiguen intereses económicos y geopolíticos, la información que nos llega a México, influenciada dicho sea de paso por nuestro vecino del Norte, se encuentra totalmente sesgada y hasta amañada. 

Ante este panorama, me repugnan las imágenes de los perritos y su difusión porque detrás de ellas no puedo ni siquiera imaginar el dolor de los involucrados, de las familias que lo están perdiendo todo, empezando por la tranquilidad y la paz; y eso para ambos bandos. 

Dice una amiga que ella prefiere eso “-hablar del amor, de las cosas buenas incluso en los tiempos más difíciles”-, pero ello ¿no convierte nuestra expectación en un acto banal e irrespetuoso que no concede a los hechos la importancia que merecen y nos mantiene siempre en un plano lúdico?, ¿no es eso una burla y la evidencia de que, sin importar el tiempo que dure la guerra, podemos permanecer así con los ojos en blanco frente a una pantalla viendo las atrocidades que deja a su paso?

A más de 10 mil kilómetros de distancia lo que se puede hacer por los afectados por la guerra es muy poco. Ya lo decía el mismo presidente de Ucrania: “Necesito municiones, no un aventón”, y probablemente tampoco necesita, por ejemplo, colocar los colores de su bandera en un edificio para que los paseantes se tomen fotos. 

Por otro lado, la guerra es un negocio con miles de millones de dólares involucrados y, por supuesto, que tiene mucho más visibilidad la imagen de un perrito muerto de miedo que finalmente será rescatado que el del horror del cadáver de un soldado a medio sepultar por la nieve. 

El conflicto bélico con el smartphone en su plenitud nos lleva la información hasta la palma de la mano y es responsabilidad de los usuarios ir más allá, mantenerse informado y buscar en la medida de lo posible otras versiones de lo que ocurre; de lo contrario, el único destino es subir al mame y colocar un marco con la bandera de Ucrania en el perfil.