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La estrategia de Arabia Saudita de hacer caer el precio del petróleo impacta en el mundo
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Se suma a las graves complicaciones por el coronavirus
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Qué hay detrás de la guerra de precios entre los grandes productores
Los contratos a futuro del Brent, el barril de petróleo cuyo precio se usa para buena parte de las negociaciones de crudo, llegó a cotizarse a US$ 27,50 en Londres, un 5% menos que el día anterior y un 40% abajo de hace 20 días.
El crudo West Texas Intermediate (WTI), que cotiza en el mercado a futuro de Nueva York, el otro de los referentes en materia de precios internacionales, descendió esta mañana 5% y se comercializaba a sólo US$ 25,50 el barril.
Al mismo tiempo, las bolsas de los principales países afectados por la crisis del coronavirus sufren serias caídas. A media mañana en Europa, la bolsa de Londres Unido descendió 5,2%; la de París, -4,6%; la de Frankfurt, -4,6%; Madrid, -3,3%; y Milán, -1,5%.
El crudo comenzó el desplome de precios hace 20 días, luego de que fracasara una reunión cumbre de países productores de petróleo (Opep).
En el encuentro realizado en Viena (Austria), Moscú y Riad no llegaron a un acuerdo para recortar la producción y sostener el precio del barril, por lo que Arabia Saudita decidió hacer todo lo contrario: inundar el mundo de petróleo.
La necesidad de un recorte en la producción se debía a la sustancial baja de la demanda debido al impacto del coronavirus en la economía china, primero, y en el resto del mundo, a partir de ahora.
El anuncio de Saudi Aramco, la petrolera estatal saudita que produce el 5% de crudo del mundo, propició una drástica baja en los precios que aún no toca un piso y que está afectando al resto de los países productores y exportadores, ya que en muchos de esos casos, sus economías giran en torno al “oro negro”.
Es el caso de Irak, por ejemplo. Lo mismo que Venezuela, que este martes debió pedirle de urgencia al FMI un préstamos de US$ 5.000 millones porque con el barril a menos de US$ 30 sus finanzas son insostenibles (el Fondo se lo negó).
En América latina también impacta en México, Brasil, Argentina, Colombia y Ecuador, economías que también son productoras de petróleo y a las que el derrumbe de precios las afecta.
Un párrafo aparte merece los Estados Unidos. Hoy, el país de Donald Trump es el mayor productor gracias al desarrollo de tecnologías para extraer y refinar petróleo no convencional en los estados del sur del país (técnicas de fracking). Sin embargo, ese crudo es mucho más costoso de producir que el convencional y necesita, al menos, un barril a US$ 50 para ser viable.
Algunos creen que Rusia, tercer productor del mundo, forzó la pelea con Arabia Saudita, segundo productor, para afectar la industria petrolera estadounidense, hoy muy dependiente del también llamado shale oil.
Cuando Arabia bajó su precio de referencia, el Brent cayó el 8 de marzo más de 30% en segundos, el mayor retroceso de precios en un día desde la Guerra del Golfo de 1991. A principios de enero, cotizaba encima de los US$ 70.
“Los sauditas buscan intensificar esta guerra a corto plazo con el objetivo de atraer a todos los grandes jugadores a la mesa de negociaciones e imponer un acuerdo de control de producción y recortes más favorable”, le dijo a Bloomberg Roger Diwan, consultor IHS Markit Ltd. El objetivo, según el analista, era volver a traer a Moscú a la mesa de negociaciones.
Hasta ahora, la táctica no está sirviendo. El Kremlin dijo que no le sorprende la caída de los precios y que no ve la necesidad de reunirse con la Opep de nuevo. Esto se debe, en parte, a lo dicho antes: la guerra de precios le está dando a Moscú lo que quería, impulsar a las compañías estadounidenses de shale oil a anunciar grandes recortes de gastos.
Hay otra pelea detrás: el cambio climático. Arabia Saudita sabe que en el futuro tendrá problemas con un mercado energético que está siendo moldeado por ese tema.
Otra estrategia y el cambio climático
Una teoría dice que Saudi Aramco, con Riad por detrás, cambió de estrategia y, en lugar de que se alcance el punto máximo de demanda de petróleo dentro de 20 años, como dijo en su OPI, podrían haber decidido monetizar sus reservas más rápidamente para evitar quedar atrapado con activos de crudo geológico que se deprecian rápidamente.
La consecuencia: los precios más bajos del petróleo podrían ralentizar la adopción de tecnologías ecológicas, particularmente los autos eléctricos que Tesla y otros en la industria automotor vienen desarrollando. “Y si Arabia Saudita y Rusia pueden expulsar a suficientes rivales del negocio, tal vez el mercado del petróleo vuelva a tener menos grandes jugadores que ahora”, analizan en Bloomberg.