Por Emmanuel Medina
Para sobresalir en la industria de la publicidad hay que preocuparse por la formación de nuevos y mejores creativos.
No es desconocido que la industria publicitaria en México se encuentra con un rezago importante en comparación con otras potencias en el mundo. Sin embargo, existió una época en la que las expectativas eran prometedoras pues una gran camada de creativos surgieron de la agencia Leo Burnett, todos comandados por Francisco Cárdenas. El desarrollo de gente como Lourdes Lamazney, Ana María Olabuenaga, Tony Hidalgo, Eduardo López, entre otros, fue posible gracias a la inversión que, en esos momentos, imprimió la agencia para crear verdaderos creativos.
No obstante, el impulsor de esa era, Francisco Cárdenas, quien se permitió traer un creativo extranjero, Charly Blakemore, para que ayudara en el desarrollo del talento mexicano, piensa que estos creativos “quedaron fuera de base desde el momento en que los nombraron directores generales de agencia porque las áreas administrativas y de negocio deben estar en manos de los que saben y no de creativos, los creativos deben crear”. Además, para Cárdenas surge la interrogante: “Si estos personajes fueron hechos por alguien ¿por qué ellos no hicieron o no pudieron hacer lo mismo con las nuevas generaciones? Veo esta situación estancada y sólo visualizo muchos jóvenes que cargan con un código de vestimenta y apariencia de creativo pero que, por desgracia, no logran demostrar con hechos lo que son”.
Sin embargo, para Raúl Cardós, presidente de Anónimo, esta situación tiene que ver más con un asunto de ideología. “ No sé por qué en México el éxito tiene que estar siempre tan ligado a la posición, a lo que diga tu tarjeta. En otros países te puedes encontrar a redactores de 40 o 50 años que son buenísimos, ganan mucho dinero y son felices así, escribiendo. Aquí, pareciera que si a los 30 no eres por lo menos director creativo ya no la hiciste y eso está mal. He visto a muchos grandes redactores que se apagan cuando les das más responsabilidad y tienen que hacer más cosas para las que no son tan buenos y que ni siquiera pidieron hacer. En mi caso extraño mucho más escribir y participar en la generación de ideas y no sólo en su aprobación o venta. Aún cuando fui presidente de DDB, siempre pensé que era un mejor redactor que gerente”.
