Por Alvaro Rattinger
Twitter: @varu28

Entiendo que desde el título de esta columna ya me gané más de un detractor. La verdad es que tengo muchos meses con la intención de escribir este texto, se habla mucho de creatividad e imagen, poco se discute sobre la percepción que tenemos del trabajo.

Hace algunos años un Director General de una agencia multinacional me dijo “si un creativo llega a una entrevista de trabajo luciendo un traje, no lo contrataría jamás”. Me parece que esta oración  se parece a muchas otras que se escuchan en el ambiente de la mercadotecnia, publicidad y medios.

La realidad es que en nuestra industria existen códigos de vestimenta, al igual que en muchas otras, es difícil pensar en contratar una abogado que se presenta con bermudas y chanclas a negociar un contrato. Lo mismo sucede en la medicina, usar una bata blanca inmediatamente confiere un mensaje poderoso. En política el uso de distintas indumentarias es común, un presidente se viste acorde a la población que visita, guayabera en Mérida, traje oscuro en la Ciudad de México.

Lo que me sorprende es que en mercadotecnia se haya creado un código tan estricto, se pensaría que nosotros no tendríamos necesidad de etiquetar personas a partir de la corbata, mezclilla o zapatos. En lo personal no entiendo la fascinación por vestirse lo más informal posible para ir al trabajo, confieso que no soy fan de la corbata, pero un traje con camisa resulta lo suficientemente práctico para un servidor. Según Nassim Taleb gran autor de varios libros sobre eventos estadísticos la mayoría de nosotros busca vestirse de manera informal ya que se han perdido los límites entre el trabajo y el espacio personal, coincido plenamente con su visión. No veo a un policía vestido de uniforme el fin de semana o viceversa.

Parece increíble que en una industria creativa decidamos que existen formas “correctas” de vestirse. No creo que utilizar mezclilla o bermudas te haga más o menos creativo, lo que sí pienso es que nos hace ver “más creativos”. Si analizamos este último fenómeno será claro que las apariencias importan y que tal vez el objetivo es demostrar con nuestra ropa que vamos en contra del sistema o de las ideas preestablecidas. Aquí me gustaría sumar a Brigitte Seumenicht, el primer error está en crear etiquetas, somos lo que somos, ni más ni menos.

Ahora bien, si el objetivo es ser diferente a los demás probablemente debamos invertir en vernos diferentes, no ser clones de lo que se considera el estándar. Un ejemplo es George Clooney que ha hecho parte de su imagen vestir un Smoking, en lo personal no lo haría pero reconozco que así se logra el contraste. Hubo una época en que contrastar incluía olvidar la corbata, tal vez hoy el contraste sea utilizarla de nuevo. Lo único que puedo asegurar es que no hay forma correcta y allí está el secreto.

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