Estancados en la mitad de uno de los sexenios menos populares de la historia, sumergidos en una crisis nacional de violencia que no parece tener fin y rodeados por un aire de desconfianza y desaprobación generalizado hacia nuestras autoridades, quizás una buena forma de comenzar este artículo -dada la hostilidad del panorama- será mediante un chiste: “¿En qué se parecen López Obrador, Vicente Fox,’Carmelita’ Salinas, Ernesto Cordero y Enrique Peña Nieto?
La respuesta a continuación:
Caso 1: “Juanito”
Para entenderle a este chiste negro (el más negro de todos los tiempos), y sobre todo, comprender por qué los medios de comunicación no han parado de contarlo en más de 70 años, tenemos que remitirnos a la historia moderna de nuestro país y a los personajes que se han destacado en el manejo del legendario “arte de la estupidez” como estrategia de atracción y manipulación política: ya sea como herramienta para generar empatía, para liberar un poco de estrés sobre los actores principales o para ganar adeptos. Realmente no importa. En la carrera por conquistar a los medios masivos de comunicación, la estupidez y el sinsentido son los mejores vehículo para cualquier político.Tal es el caso de Rafael Acosta Ángeles, mejor conocido como “Juanito”.
En el año 2009, la disputa por la jefatura delegacional de Iztapalapa tenía en aprietos a los líderes del PRD. Las candidatas Clara Brugada y Silvia Oliva se enredaron en un complicado proceso legal -ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)- para invalidar la elección que colocaba a Brugada como la representante del partido del sol en la contienda por la delegación.
En ese contexto, la prensa nacional comenzó a volcar su atención hacia “Juanito”, un político y activista del Partido del Trabajo (PT) que se vio privilegiado de la estrategia de Andrés Manuel López Obrador -mismo que en ese entonces se encontraba gestando su segunda candidatura presidencial y el surgimiento del partido MORENA- para colocar a su allegada al frente de Iztapalapa. El trato fue simple: otorgarle a Acosta apoyo de las masas rumbo a la elección con la condición de que, en caso de ganar, éste se separarse del cargo de inmediato y le cediera el puesto a Clara Brugada.
Con una mezcla singular entre simpatía y franca ignorancia, pero sobre todo, aprovechando el impacto del respaldo popular que le trajo su “alianza” con AMLO, Rafael Acosta inmediatamente acaparó los medios de comunicación. La prensa lo arropó entre críticas y notas de color por la naturaleza del personaje: “Juanito va al mercado”, “Juanito critica al PRI”, “ Juanito quiere ser presidente”. Los medios cayeron redondos ante él y su penetrante estupidez. Acosta tomó protesta como delegado el 1 de octubre del 2009. sin embargo esa misma tarde pidió licencia de 59 días. Luego de esa astuta pero sumamente ridícula jugada para dejar a Clara Brugada en el poder, “Juanito” se desdibujó por completo de la política nacional, apareciendo de forma esporádica en una que otra nota para proporcionar momentos de comicidad involuntaria.
Aquí lo vemos en su peregrinaje por la ciudad acompañado de su estatua de bronce de tamaño natural:
Caso 2: Super Cordero Bros
Ya entrados en los temas de la elección del 2012, uno de los personajes que mostró menos pudor al ocupar la ridiculez como su herramienta predilecta de personal branding para la atracción de las masas fue Ernesto Cordero. Un año antes de que el panista comenzara a hacer su “luchita” por alcanzar la presidencia del país, los reflectores cayeron sobre él cuando se le ocurrió decir que las familias mexicanas podían costear plácidamente una casa, un coche y una escuela privada para sus hijos con 6 mil pesos al mes. Un acto que tal vez no hubiera sido tan grave si en ese entonces no hubiera estado como titular de la Secretaría de Hacienda (SHCP).
El 18 de octubre del 2011 el equipo de trabajo del panista tuvo una brillante idea: lanzar una serie de videos en YouTube titulados “Ernesto Cordero: el valor que nos une” una movida diseñada para atraer a un público joven en la cual el aspirante presidencial demostraba sus dotes de periodista entrevistando a múltiples personajes, siendo el más popular de ellos el futbolista Cuauhtémoc Blanco (de quien ya hablaremos más adelante). En este peculiar encuentro, Cordero innovó la técnica de entrevistarse a sí mismo y permitir que su no menos brillante interlocutor también lo hiciera, generando así uno de los momentos más absurdos en cuanto a estrategias de marketing político en la historia del país.
Otros resbalones memorables que le garantizaron al menos 24 horas de notas con su nombre se presentaron en plena contienda, cuando argumentó que lo habían “agarrado muy temprano” para justificar su equivocación al confundir el nombre de la autora Laura Restrepo, un sinnúmero de declaraciones incoherentes (casi casi chuscas) pero sobre todo esto:
Como preámbulo al siguiente caso, les dejamos la entrevista de Cordero al “ídolo de Tepito”, en donde podrán gozar de frases como la siguiente: “la política es igual que el fut (sic): ahí están los rudos, están los técnicos, los mendigos ¿no? Los jugadores muy sucios, pero también hay los jugadores que nos gusta distribuir la pelota, meter gol jugar limpio, meter la pierna dura, pero limpia”.
Véalo bajo su propio riesgo:
Caso 3: El “Cuauh”
Ya entrando en el terreno reciente, vale la pena analizar el asombroso caso del exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, quien en junio del 2015 sorprendió al país al ganar, no un título de liga, sino ni más ni menos que la alcaldía de Cuernavaca, Morelos. Con una diferencia estimada en 4 puntos porcentuales, el candidato del Partido Social Demócrata (PSD), logró desplazar a su contrincante del PRI de este sector, un hecho que sería menos inquietante si no se tratara de uno de los personajes más irascibles y violentos dentro de la cultura popular mexicana.
Conocido en los medios por ser un madreador y mentador de madres profesional, dentro y fuera de las canchas, Blanco logró enganchar bien su personaje con su estrategia política, aplicando una campaña en la que repetía sin cesar tres frases muy concretas: “Yo no soy político. Yo no les voy a robar. Yo vengo desde abajo”.
Otras de las declaraciones célebres de Blanco en plena contienda, fue cuando aseguró que él se había “roto la madre trabajando” por 22 años para mantener a su familia y que sus adversarios políticos tenían miedo de él: “Tienen miedito de que me los chingue, los políticos tienen miedo que sea presidente municipal y no les toque robar. Yo no voy a robar”. Declaraciones que le valieron mucha atención por parte de una prensa tan indignada por un lado, pero tan ávida de información por el otro.
Prepárese para la racha final con este simpático video:
Caso 4: Carmelita Salinas
La famosísima ‘Corcholata’, la flamante Aventurera: si Cuauhtémoc es el príncipe de las mentadas, Carmen Salinas es la reina incuestionable de este noble pasatiempo. Durante enero del año 2015 la actriz (quien inmortalizó la frase “párense putos… agarren a esos pinches ratas, hijos de la chingada”), gozó de su último gran momento de aceptación pública al protagonizar un comercial de Galletas Emperador, una campaña que obtuvo más de 1 millón 100 mil visitas en YouTube durante sus primeras semanas. Después de esto, todo vino para abajo:
En marzo, Salinas -quien ya de por si estaba salada por el apellido- hizo pública su intención de participar como diputada plurinominal en el Distrito Federal, todo esto bajo el respaldo del PRI y ante una fuerte oleada de críticas por parte de sus seguidores en redes sociales. Luego de asumir su flamante cargo en septiembre, la diputada recibió más críticas por unas fotos en las que aparentaba estar durmiendo en su primer día de trabajo, mismas que llegaron al grado de convertirse en una petición ciudadana -en la página change.org- para que la actriz renunciara a su cargo. ¿Qué hizo la señora para contrarrestar los ataques? algo simple; decidió mentar madres a través de Periscope y pedirle a la ciudadanía que hicieran una acción muy concreta con sus firmas:
“Por mí se pueden meter sus firmas por el trasero o por donde más les quepan, hijitos. Yo estoy respaldada por mi partido; mejor pónganse a trabajar y no estén de envidiosos”.
Quizás no fue la mejor decisión, pero vaya que logró desviar la atención. Se retiró -como buena estratega- de las redes sociales y de los micrófonos hasta nuevo aviso.
Finísima señora.
Caso 5: El ‘Neo-tapado’
En este recorrido por la tragicómica historia moderna de la política nacional -y las brillantes estrategias de sus actores para lograr lo que Robert Greene define como la sexta de sus 48 Leyes del Poder (llamar la atención a cualquier precio)- tenemos que proponer un análisis permanente de la estupidez a través de una figura genérica que sirva para adecuar cualquier situación absurda que surja de aquí en adelante. Un ente sin rostro que funcione como válvula de escape en los momentos de gran tensión o de crítica severa; que sea el eterno #CaceltaGate o #YaMeCansé. El político perfecto del futuro visualizado desde las desgracias de hoy.
Este personaje tendrá que echarse a la bolsa a la prensa con una acción muy concreta: bajar cada día más los estándares de cinismo de la clase política en México.
Me lo imagino algo así como el famoso “tapado” en el periodo de Ruiz Cortines. Ese ser, inmortalizado por el famoso caricaturista Abel Quezada, del cual todos (sin tener la certeza) sabían quién era, y qué sólo se presentaba esporádicamente para hacer lo que mejor sabía hacer: PUBLICIDAD.