El prominente nivel de incertidumbre sigue siendo un factor con el que seguimos viviendo actualmente; la pandemia tiene un nombre, imágenes, personalidad y contenidos que han logrado un fuerte posicionamiento en gran parte de la población mundial; pienso que resulta ser aún más impactante porque tiene la peculiaridad de ser completamente invisible.
Sin embargo, antes de esta crisis de salud, incluso antes de la ola tecnológica, existía ya lo incierto, lo abstracto; si somos completamente realistas, la certidumbre como tal NO existe.
Muchas disciplinas y entre ellas, la publicidad ha utilizado a favor sentimientos de miedo, emoción, sospecha, aspiración, inquietud, así como deseos para levantar marcas y negocios. Hoy, en mercadotecnia esta misteriosa mezcla de ciencia y arte, se conoce como la identificación de pain points y pain solutions.
Como mucho se ha dicho y escrito, el Covid-19 ha acelerado lo que ya era innegable: la transformación digital que nos demanda vivir en un mundo aún más impalpable; un mundo en donde, a través de las redes sociales, podemos tener amigos, colaboradores, aliados, proveedores, clientes, inversionistas, fans, observadores y críticos virtuales.
Si lo analizamos desde el punto de vista de la innovación, los grandes visionarios a lo largo de los siglos, han tenido la característica de poder ver, lo que otros, por diversas razones, no pueden; de imaginar y de pensar que sus ideas tienen posibilidades de plasmarse conscientes de que el camino estará colmado de sospecha y sorpresa.
Mujeres y hombres idealistas han sido y son vulnerables a ser juzgados, en ocasiones señalados de rebeldía, inadaptación y hasta de cierta especie de locura; sin embargo, algunos de ellos logran comprobar que esas ilusiones pueden llegar a concretarse y que su convicción es tan fuerte que los hace estar dispuestos a tomar diferentes riesgos con el afán de comprobarse a sí mismos que sus sueños pueden ser una realidad y, de paso, cambiar al mundo.
Ha sido así como se han construido impresionantes espacios turísticos, desarrollos inmobiliarios, transportes, múltiples productos, servicios y soluciones que son de utilidad para diferentes sectores y que brindan soluciones a la sociedad.
Y así como en la infancia, cada dos de tres niños tienen amigos imaginarios y muchos jóvenes y adultos admiran y de pronto quisieran ser como The Invisible Man, película inspirada en la novela “El hombre invisible”, escrita por el británico Hebert George Wells, en el año 1933; hoy seguimos teniendo las bondades y las amenazas del suspenso; aquello que hace años parecía ser mera ciencia ficción, hoy es basto.
En el mundo de la mercadotecnia seguirán teniendo éxito aquellos que logren crear expectativa, sorprender a los consumidores, ofrecerles gratas experiencias a los usuarios en sus mundos físicos y digitales, con el claro objetivo de lograr que su marca destaque y llame la atención por encima de la competencia y, por supuesto, se incrementen las ventas.
En la era invisible hay estrategias que no dejan de asombrarnos por sus modelos de negocio y comunicación tan creativa, un gran ejemplo es Netflix, que entiende a la perfección que su competencia, más allá de las otras compañías de streaming, es algo tan vago como el sueño de las personas; porque mientras menos horas duerman sus clientes, consumen más contenido audiovisual.
En conclusión, los cosméticos seguirán vendiendo belleza, los productos de lujo seguirán vendiendo status, las aseguradoras seguirán vendiendo tranquilidad, las bebidas alcohólicas seguirán vendiendo diversión y así…; por lo tanto, considero que tienen grandes ventajas los individuos y las empresas que alcancen a cristalizar conceptos tan etéreos, sentimientos, emociones y pensamientos que a simple vista no se pueden ver.