El 6 de diciembre de 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación, como celebración del papel desempeñado por esta en el alcance de la paz y la promoción del desarrollo.
Cuando se adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional reconoció que la educación es esencial para lograr su éxito y, dentro de sus objetivos, subraya lo siguiente: “El objetivo de lograr una educación inclusiva y de calidad para todos, se basa en la firme convicción de que la educación es uno de los motores más poderosos y probados para garantizar el desarrollo sostenible. Con este fin, el objetivo busca asegurar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita para 2030”. Sin embargo, las cifras actuales revelan una preocupante lejanía a esta meta.
En México, en particular, la desigualdad en el acceso a la educación y las oportunidades de aprendizaje, además de la deficiencia en la calidad educativa que hay en los programas que se ofrecen actualmente, ponen en riesgo la garantía del derecho a la educación de millones de niñas, niños y adolescentes en nuestro país.
Los efectos negativos por la pandemia de covid-19 siguen presentes en el ámbito educativo y, lamentablemente, es algo que estará presente varios años más, pues el rezago y la desigualdad que ya estaban presentes no hicieron más que agudizarse.
Según las principales cifras del sistema educativo nacional que la SEP publicó sobre el ciclo 2023-2024 el destino de millones de niñas y niños se balancea entre cifras y porcentajes a los que debemos poner atención: el 17.4% de escuelas de educación básica no disponen de acceso a agua potable, el 12.4% no tienen lavamanos y el 6.5% no cuentan con sanitarios independientes, estos son servicios básicos de supervivencia y es sumamente preocupante que aún haya espacios escolares que no cumplan con ellos.
Además, hay otras necesidades propias de la actualidad que también están dejando muy atrás el desarrollo de nuestra niñez y adolescencia, dejando en desventaja a quienes no tienen acceso a herramientas necesarias; por ejemplo, el 45.6% de escuelas de educación básica no tienen computadoras, el 4.1% no tienen electricidad y el 53.1% no cuenta con conexión a internet.
Además, en su último informe de labores, la misma institución reportó tasas de abandono escolar en secundaria del 3.2% y en educación media superior del 11.2%, lo que refleja el impacto de las carencias de infraestructura escolar en la educación básica y le arrebata el futuro a millones de adolescentes.
Por otro lado, es necesario analizar los datos de quienes ni siquiera logran a integrarse al sistema de educación. Aunque desde 2019 la educación inicial es un derecho, apenas el 16.4% de niñas y niños de 0 a 3 años recibe algún programa de este nivel, ya sea escolarizado o no escolarizado. Y en el ciclo escolar 2023-2024 hubo una disminución del 5.4% de la matrícula en la educación básica y media superior, lo que significa que 1.68 millones de niñas, niños y adolescentes no tuvieron acceso a la educación.
Estamos viviendo una época de conflictos armados, crisis climáticas, migratorias y de salud que permean el presente de las niñas, niños y adolescentes. La educación es un escudo que debemos garantizar para que puedan enfrentar lo que viven y vivirán a corto, mediano y largo plazo. Es indispensable que todas las personas de la sociedad hagamos todo por fortalecer una educación comunitaria, digna, actualizada y segura.
Desde Save the Children contribuimos a que de forma directa e indirecta tengan un mayor y mejor acceso a la educación. Implementamos programas y procesos que facilitan que niñas, niños y adolescentes vulnerables de nuestro país y en tránsito por México puedan enfrentar sus contextos sin aumentar su rezago educativo, además de facilitar procesos formativos y de profesionalización a agentes de la educación para que la atención que brindan sea de calidad, con respeto e inclusión. En 2024, nuestras acciones en el ámbito educativo impactaron a 6 millones de personas; no obstante, aún hay mucho por hacer.
Hacemos un urgente llamado para que la educación sea un espacio seguro, incluyente y garante para que ninguna niña, niño y adolescente quede fuera. Resulta inaplazable que nos comprometamos con empeño a realizar lo necesario hasta que una educación integral sea el común denominador en la realidad, la niñez y la adolescencia en México.