Estamos en plena efervescencia sobre el tema de las vacunas en contra del coronavirus. Si bien, investigadores, laboratorios, instituciones y gobiernos pusieron su mejor empeño y recursos para encontrar en el menor tiempo posible una vacuna contra el Covid-19, después de la introducción de la primera, han venido, y vendrán, anunciándose nuevas opciones, y se han convertido en el foco de atención global.
Las vacunas generalmente requieren años de investigación y pruebas antes de llegar a la clínica, pero en 2020, los científicos se embarcaron en una carrera para producir vacunas seguras y efectivas contra el coronavirus en un tiempo récord. Actualmente, los investigadores están probando 71 vacunas en ensayos clínicos en humanos y 20 han llegado a las etapas finales de prueba. Se están investigando activamente al menos 78 vacunas preclínicas en animales.
Conforme las diferentes instituciones vayan concluyendo sus procesos de investigación, lógicamente se generará más información al respecto. La conversación que se ha desatado en torno a las vacunas, ha invadido el entorno mediático, al grado de que se ha convertido ya en una infodemia.
Y las características de la infodemia, no solo se refieran a la cantidad de información, sino también en cuanto a su veracidad. La infodemia está alimentada por las fake news en gran medida, lo que provoca que la información sea incomprensible, invasiva, inexacta, deformada y hasta falsa, generando especulación, miedo, rumores, ansiedad y hasta escepticismo.
Conscientes sobre esta preocupante situación, la UNICEF y sus socios crearon una guía para ayudar a las organizaciones a desarrollar planes de acción para contrarrestar rápidamente la información errónea sobre las vacunas, para así aumentar la confianza y la aceptación de las mismas.
Eso los llevó a realizar una revisión de casos de estudio sobre las campañas de vacunas, así como las fuentes de desinformación sobre el tema. El estudio encontró que los mensajes en contra de la vacuna son más “pegajosos” (es decir, llaman más la atención y se quedan en la memoria) que los mensajes a favor de la vacuna.
Se concluyó entonces en cinco recomendaciones para que el contenido a favor de las vacunas sea más “pegajoso”, memorable, que la información errónea:
- Capturar la atención. A través de la utilización de imágenes, que provoquen una reacción emocional (poniendo cuidado con las apelaciones del miedo, que pueden ser contraproducentes) y la personalización del contenido.
- Fácil = Verdadero. La información que es más fácil de procesar y más familiar, es más probable que se retenga. Proporcionar contenido claro y sencillo facilita entender y recordar; la repetición también ayuda.
- Ser creíble. La información debe ser creíble (investigación científica revisada por pares), relevante para el público objetivo y la fuente debe ser confiable.
- Motivar. Considerar comunicar sobre las vacunas de acuerdo con el resultado deseable, no el acto en sí. El uso de normas sociales (v.g., La mayoría de las personas adopta un determinado comportamiento) y la autoeficacia (brindar a las personas una forma de afrontar la amenaza) también ayudan.
- Contar historias. Usar narrativas (storytelling) para involucrar a la audiencia: las personas entienden el mundo a través de historias tanto como de hechos.
Sabemos que una manera de hacer a la gente creer en falsedades es con la repetición frecuente, porque no es tan fácil distinguir entre familiaridad y verdad. Por ello, si bien a las fuentes de información se les sugiere adoptar las recomendaciones de la UNICEF, en lo que las audiencias toca, para no ser cómplices de esta infodemia, es no valerse de una sola fuente de información; recurrir a medios acreditados y de confianza, y no creer en todo lo que les llega por mensajería en su teléfono celular.