Por León Felipe Sánchez Ambía
Correo electrónico: [email protected]
Twitter: lion05

Mucho se ha discutido sobre temas polémicos como el alertar a los conductores del Distrito Federal y otros Estados de la República sobre los retenes para la inspección de niveles alcohólicos en la sangre de los conductores de vehículos automotores, comúnmente conocidos como “alcoholímetros”, las protestas o manifestaciones de apoyo ciudadano en relación a diversas causas como los matrimonios entre personas del mismo sexo o la forma en que usuarios de redes sociales como twitter perciben la cobertura de algunos acontecimientos por parte de los medios considerados como tradicionales. Hoy esa discusión ha llegado a límites que amenazan con censurar lo que se dice en dichas redes sociales.

Efectivamente, como si retrocediéramos a épocas medievales, en pleno siglo XXI hay quienes, por ignorancia, conveniencia o simplemente para dar la nota, han llegado a considerar que es necesario “controlar” lo que se dice en las redes sociales como twitter y facebook.

Independientemente de lo que cada quien considere como ético, moral o adecuado en relación a cada tema, me parece que es inadmisible y lamentable que surjan propuestas como la del Diputado Norberto Nazario Sánchez (PRD) en el sentido de que se debe regular lo que cada persona pone en las redes sociales a las que pertenece.

La iniciativa se sustenta en el hecho de que el señor Diputado considera que no es correcto que a través de dichas redes los jóvenes den “pitazos” sobre los alcoholímetros a sus amigos dentro de la misma red social. Insisto, valorar si es o no correcto, corresponde a cada quien y no es el centro de esta reflexión.

Otra justificación es que, se dice, que el crimen organizado utiliza estas redes mejor que el gobierno e incluso les sirve de herramienta para ubicar a víctimas potenciales para delitos como el secuestro, la prostitución, la drogadicción etc.

El pensar en controlar o regular lo que se dice en las redes sociales me parece un hecho no solamente ridículo, sino grave en términos de las libertades de expresión y de acceso a la información. Me parece que equivale a intentar controlar o regular lo que puedo llegar a decir por teléfono entre mis diez números frecuentes de Telcel o lo que puedo conversar a través de mi cliente de mensajería instantánea, sea este messenger, ichat, gtalk u otro.

La herramienta no es la culpable del mal uso que le pueden llegar a dar algunos de sus usuarios. Es como si prohibimos el uso de celulares porque se utilizan para secuestrar y extorsionar o como si pensáramos en clausurar las carreteras porque a través de ellas se transportan los cargamentos de drogas y armas en toda la república.

La infraestructura, en el caso de las carreteras que pongo como ejemplo, y la red social, en el caso de twitter o facebook, no son más que el medio que utiliza la gente para mandar un mensaje. La naturaleza del mensaje depende del usuario no de la red. El uso que se le de a la información depende del receptor, no de la red. Ni siquiera depende del emisor.

La ley no discrimina los medios. Si alguien comete una infracción o incluso un delito valiéndose de medios electrónicos puede ser castigado. Las sanciones existen. Como dicen en inglés “don’t shoot the messenger”. No permitamos que nos censuren.

Son las Leyes de Mercado. Asesórese con su abogado.
Más columnas de este autor