Uno de los temas más comentados en estos días por la esfera pública internacional, es la asistencia a un par de fiestas del primer ministro inglés, Boris Johnson en medio del confinamiento que él mismo había programado por los numerosos casos de COVID.
Mientras que Inglaterra pasaba por la peor ola de la pandemia, los sacrificios que se pedían a la población eran llevados con laxitud desde el número 10 de la calle Downing, sede oficial del primer ministro.
Antes de iniciar con este análisis, viene a mi memoria la frase que el actor Michael Douglas expresa en la película Presidente Americano, durante una conferencia de prensa que cita para ventilar las soluciones de una crisis de gobierno y que enmarca en la ficción, la dura realidad que ahora vive Boris Johnson.
Douglas dice: ¨Nuestro país atraviesa por serios problemas y para resolverlos necesitamos de gente seria¨… ¿Se debe agregar algo a esta contundente frase?
La sociedad global en general y en especial sus jóvenes, están demandando a los gobernantes un liderazgo maduro y un comportamiento ejemplar. Visualizan a un personaje confiable y capaz para encabezar esa nueva política que ellos desean.
Si algo tenemos claro, después de dos años de pandemia es que no necesitamos experimentos, requerimos realidades. El caso del primer ministro inglés derrocha irresponsabilidad y proyecta una falta de manejo frente a su electorado.
El interés de los medios en casos como este, se debe lógicamente a la importancia de la institución presidencial o del parlamento dado que representan el objetivo fundamental de la competición por el poder.
Sin duda, los buenos y destacados gobernantes, conscientes de lo anterior, diseñan su administración bajo su particular estilo, pero sabiendo que deben de estar trabajando como si estuvieran en campaña permanente por la buena imagen, popularidad y eficiencia.
No hay otra concepción del ser y quehacer de un buen gobierno.
El objetivo de la comunicación presidencial para establecer un contacto con el ciudadano, a través de los medios de comunicación, sigue dos estrategias: SOSLAYAR y ATRAERSE
Lo anterior resulta un arte, pues un gobernante, recuerdo ahora a Ronald Reagan, debe conducirse con la habilidad de un buen publirrelacionista y detectar cuándo utilizar una ú otra.
Soslayar, lo traducimos como evitar a los medios de comunicación en los momentos más difíciles hasta no diseñar una buena estrategia que le muestre una solución pertinente. Atraerse, por su parte, nos impulsa a buscar una alianza con ellos en busca de resolver la crisis.
Sin embargo, muy alejada de lo anterior fue la ruta que decidió seguir Johnson y dada la andanada de críticas sobre este partygate,declaró de manera precipitada que su país retirará el uso obligatorio del cubre bocas y el home office añadiendo que los científicos creían que la ola de la variante Ómicron había tocado techo en la Isla Británica.
Desenfocada estrategia.
La declaración se percibe más como el establecimiento de una cortina de humo para evitar su destitución y no es en ningún momento una respuesta política a la altura de las circunstancias y basada en el cuidado de la salud pública.
Todo comunica estimados lectores; cuidado con los detalles.