Cobra Kai está de regreso: La serie de Netflix que inició en YouTube estrenó su cuarta temporada el último día de 2021 y ya tiene lista la siguiente.
Más de 50 millones de usuarios de la plataforma la han visto, colocándola como una de las más vistas. Su éxito recae en un elemento tan sencillo como elemental y esencial del storytelling: el problema.
Donald Miller, autor y CEO de StoryBrand, indica que toda buena historia establece claramente un problema filosófico y que todo lo demás gira en torno a ello. Es como un ensayo, por establecer una analogía, donde una vez que hay una tesis el resto de los argumentos elaboran en torno a distintos aspectos para probar el punto.
Para entender el caso de “Cobra Kai” es necesario regresar a su primer episodio. En él, Johnny Lawrence (William Zabka), es establecido como protagonista en un ejercicio estratégico de la serie pues vuelve héroe a quién antes era villano, presentando el otro lado de la historia y evitando caer en “blancos y negros” sobre una cuestión muy elemental: el bien y el mal.
Johnny, un hombre maduro en sus 40’s, vive una vida que fácilmente puede denominarse como fracasada (un departamento sucio, una cerveza barata como desayuno y un trabajo que apenas le da para vivir y en el que es denostado). La media hora que dura es suficiente para establecer sus problemas, darles solución y sentar las bases de la primera temporada y de una fórmula que sigue permitiendo discutir, bajo otros ángulos, el mismo tema.
Miller indica que lo primero que debe establecerse es el problema externo. Ello es aquello que puede percibirse a primera instancia y que el protagonista debe resolver. En este caso, Johnny no tiene un trabajo o sustento en tanto pierde el que tenía a los pocos minutos.
El siguiente problema, es el interno. Definirlo es muy sencillo, es la duda del personaje en cuanto a si podrá resolver el externo. Es decir: ¿podrá Johnny conseguir un trabajo? Ahora, para establecer el último problema, el esencial, hay que tener en cuenta el desenlace.
El primer episodio concluye con Johnny poniendo orden en su vida y emprendiendo: abre “Cobra Kai”, su estudio de karate.
Aquí hay que tener cuidado, pues el problema filosófico no es, aunque esté reflejado en acciones específicas de la serie, sobre lo que pasa en ella. Es universal. Es algo con lo que el espectador puede relacionarse.
Entonces, el que abra su escuela es una metáfora de definir su rumbo, de tomar acción y, por ende, de definir (o redefinir) quién es como adulto, enfrentando su pérdida ante Daniel LaRusso (Ralph Macchio), recuerdo que lo atormenta en los primeros minutos.
Entendido lo anterior, lo que el resto de los personajes enfrentan no es tan distinto independientemente de su edad, género o estrato social. A todos y cada uno de ellos, el karate (ya sea de Cobra Kai o de Miyagi Do), les ayuda a encontrarse y definirse.
Es por ello por lo que hay quiénes van entre una práctica y otra, por lo cual en la quinta temporada incluso Johnny y Daniel se unen ante una amenaza, John Kreese (Martin Kove), quién se ha adueñado de Cobra Kai. Es una nueva amenaza que establece opuestos y permite seguir discutiendo en los grises sobre la naturaleza humana y quién se es.
La clave está en el problema. Miller es contundente en ello. Si el problema es claro y el resto gira en torno a él, la historia funciona y conecta. Y esa historia puede ser una serie, una película, un discurso, una venta o una estrategia de marketing. Cobra Kai seguirá dando batalla porque tiene claro el problema.