¿Qué información reciben los niños al ver a adultos comportarse como bestias en las gradas de La Corregidora de Querétaro? El estadio de los Gallos fue un reflejo claro de la violencia e impunidad que sufrimos en el país.
Los niños asociarán fútbol–violencia, crecerán con estas imágenes, con esta experiencia, con miedo. ¿Cómo es que el crimen es parte de su deporte favorito, de ese fútbol que tanto aman?
El periódico Reforma publicó el domingo pasado la siguiente nota: Mi niño gritaba: ¡No me quiero morir! Mientras el Estadio Corregidora se convertía en un campo de guerra, Luis Pablo solo pensaba en cómo resguardar de los actos violentos a su esposa y sus tres hijos, uno de los cuales gritaba “¡No me quiero morir, no me quiero morir!”.
Sería muy positivo que, de haber encarcelados, sanciones y multas, lamentablemente lo dudo en este México de impunidad, los padres se lo comunicaran a sus hijos pequeños y adolescentes, al menos para que sepan que la violencia debe castigarse y socialmente no es aceptada. Sería más que ridículo y vergonzoso para todos que no hubiera decenas de detenidos y procesados.
Aprendemos de los ingleses que lo han sufrido y en serio. En el fútbol de Inglaterra, los ‘hooligans’, barra o porra, como les quieras llamar, desencadenaron tragedias como la del estadio de Heysel en Bélgica en 1985, que dejó 39 muertos y de Hillsborough en Inglaterra en 1989, con 96 víctimas mortales. En este último año se tomó la decisión de erradicar la violencia de los ‘hooligans’ en los estadios:
El Gobierno de Inglaterra ordenó una investigación a fondo, luego de la cual entendió que la violencia de los ‘hooligans’ era un fenómeno sociocultural del país y no del fútbol. La inexistencia del núcleo familiar o en otros casos la ruptura, fueron identificados como dos de los principales generadores de ese tipo de violencia.
Se crearon leyes contundentes para penalizar a los violentos. Medidas judiciales para acabar con ellos, multas y sanciones para toda la sociedad que incurriera en actos violentos en los estadios. Crearon cuerpos elite de la Policía, especializados en manejo de masas.
Se unificaron los criterios de seguridad en todos los estadios. Se instalaron circuitos cerrados de televisión para ubicar cámaras en lugares estratégicos. Lugares numerados para todas las tribunas, así el personal de logística podía identificar quién estaba sentado en qué sitio. La credencialización de las porras fue clave para limpiarlas, así se conocía si tenían antecedentes judiciales.
Aguas con los niños. Debemos protegerlos, son el sector de la población más sensible a este tipo de mensajes, de violencia. Como comunicadores debemos aprovechar toda oportunidad para condenar los actos de barbarie para que a los niños les quede claro que la violencia es un acto incorrecto y reprobable.
¿Terminaremos diciéndoles a los niños, no, no puedes ir al estadio a ver a tu equipo favorito de fútbol porque corres peligro de morir?
Hasta el próximo miércoles.
Datos sobre los ‘hooligans’, tomados de la redacción El Tiempo, Colombia.