En la era de la inteligencia artificial, la principal preocupación parecería ser: ¿qué pasará con los empleos? También preocupa si estas nuevas creaciones serán capaces de destruir la humanidad. No obstante, después de jugar intensivamente con la tecnología, estoy convencido de que la mayor afectación será la pérdida del hábito de escribir. Este fenómeno comenzó con la llegada del mundo digital. Hoy es más común ver a una persona tomar notas en un móvil que usar una pluma para anotar aprendizajes de una junta. Esto implica muchas cosas; una de las más trascendentales es, ciertamente, la capacidad de expresar ideas escritas. No obstante, argumentaría que la principal pérdida es la capacidad de establecer por escrito el rumbo de una idea, el objetivo de una empresa o, primeramente, la razón de una vida.
La investigación es concluyente. La Dra. Gail Matthews, profesora de psicología en la Universidad Dominicana de California, realizó un estudio sobre la fijación de metas con 267 participantes. Descubrió que una persona tiene un 42 por ciento más de probabilidades de alcanzar sus objetivos simplemente escribiéndolos. Escribir un objetivo es un ejercicio mayúsculo; sin embargo, pocos son disciplinados en crear planes a largo plazo. Mi temor es que ChatGPT o cualquiera de sus clones ocasione que las personas cada vez menos sean capaces de escribir un rumbo para su persona o empresa. Autores como Jordan Peterson afirman que la capacidad de una persona de escribir sus metas determina en gran medida su salud mental y percepción del contexto. Lo mismo argumentaría para las empresas. La carencia de objetivos escritos es una de las principales fallas de las empresas modernas.
Según Mark Murphy, describir vívidamente las metas por escrito está fuertemente asociado con el éxito de las mismas, y las personas que describen o imaginan sus metas de manera muy clara tienen entre 1.2 y 1.4 veces más probabilidades de lograrlas con éxito que las personas que no lo hacen. Este diferencial es cosa seria y podría ser el origen de una discusión mayor. En México, según cifras del INEGI, la disminución del analfabetismo en los últimos 30 años ha sido un gran logro para la educación en general. Es alentador ver cómo las tasas de analfabetismo entre la población de 15 años y más han disminuido significativamente, especialmente en las mujeres. Las cifras oficiales muestran que menos del 10 por ciento de la población es analfabeta; no obstante, somos un país que sufre en manifestar su verdadero éxito.
En marketing, este problema no podría ser más claro. Las empresas no tienen una estrategia clara para establecer objetivos. Después de dar cientos de conferencias a empresas, les puedo asegurar que la principal motivación es promover las metas de ventas, que son técnicamente objetivos, pero en el mejor de los casos tácticos. Carecen de un sentido estratégico. Por ejemplo, seguramente AT&T tiene un objetivo de colocar líneas; seguramente lo están logrando. No obstante, si alguien tiene un teléfono de esa empresa, sabe bien que es imposible tener una llamada de más de 5 minutos sin tener problemas de comunicación. Para AT&T, el objetivo es vender, no poner al cliente al centro. Otro ejemplo se da en las aerolíneas: ¿cuál es el objetivo de Aeroméxico? ¿Lograr que los pasajeros vuelen sin ninguna discusión con el personal? Si eso fuera cierto, regresarían a la época en que adelantar un vuelo era automático y el personal en puerta podía tomar decisiones al respecto. Si el objetivo de la aerolínea es tener al pasajero feliz durante el vuelo, ampliarían el espacio entre filas o darían mejor comida, como lo hace Copa Airlines. Es triste, pero el objetivo claro de Aeroméxico es sobrevivir y salir adelante después de la pandemia. Este último es evidente en la disminución sistemática de su calidad y el aumento de precios en sus boletos. No tengo nada contra Aeroméxico, pero claramente su objetivo no es poner al pasajero al centro. Argumentaría que en el caso de AT&T y Aeroméxico, son empresas que promueven objetivos cuantificables y numéricos que están lejos de ser estratégicos. Llamaría a este fenómeno la conversión de KPI en objetivos estratégicos.
No podemos perder el hábito de escribir. Sobre este pende nuestra capacidad de proyectar el futuro y aclarar las prioridades a todos en la organización. Debemos preguntar qué queremos cambiar en la vida del consumidor al comprar nuestro producto. Ciertamente, es una pregunta difícil, pero una que vale la pena hacer y, mejor aún, responder por escrito. No olvidemos que el ser humano es social por naturaleza y lo expresa a través de su capacidad de comunicación.
No subestimemos la importancia del hábito de escribir y su capacidad para proyectar el futuro y aclarar las prioridades de una organización. Debemos seguir fomentando la escritura en nuestras vidas y empresas para alcanzar nuestros objetivos con éxito y mejorar nuestra capacidad de comunicación y expresión.