Hoy, 1 de agosto, se llevará a cabo la consulta popular sobre el juicio a expresidentes que tanto el Gobierno Federal como el INE han difundido durante las últimas semanas.
Para esta jornada, un total de 98 millones de mexicanos han sido convocados en el primer ejercicio democrático de esta índole para expresar su opinión respecto al juicio a expresidentes. Para ello, deberán responder a la siguiente pregunta:
¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?
Pero vayamos por partes:
2021 comprende el tercer año en el que Andrés Manuel López Obrador ejerce la figura de Presidente de México, logró que consiguió en las elecciones del 2018 con poco más de 30 millones de votos, lo que representó el 53.19 de preferencia de los votantes.
Andrés Manuel López Obrador venía de dos procesos electorales fallidos y una extensa campaña que duró, aproximadamente, 12 años, del 2006, cuando se postuló como candidato a la presidencia por primera vez, al 2018, año en el que consolidó su proyecto en las urnas.
A lo largo de esos más de diez años, el actual mandatario fue construyendo una imagen y un discurso fuertes, con el que sus simpatizantes se identificaron y que, al día de hoy, siguen apoyando.
La imagen, en términos de política, más que un recurso, es una herramienta, una estrategia que, bien posicionada, es capaz de hacer llegar al poder a cualquier candidato. Pero no solo eso, también es vital para mantener dicho poder durante el tiempo de mandato estipulado.
Ahora bien, la imagen es también un discurso, representa las ideas que se expresan en un comunicado, en un medio de comunicación, en algún estrado, donde sea. En política, la imagen y el discurso son las armas más esenciales para elevar cualquier mensaje.
En ese sentido, Andrés Manuel López Obrador, desde antes de llegar a la presidencia -en tiempos de campaña-, siempre ha sabido manejar y distribuir su mensaje (su imagen) adondequiera que vaya; sabe adaptarse al lugar en el que está y, una vez sobre él, difunde su palabra. Sus ideas. Su imagen.
Volviendo a los días en que era un candidato más a la presidencia -un candidato, sin embargo, fuerte, con amplias posibilidades de ganar, según las encuestas-, el actual titular del ejecutivo federal ya venía anunciándonos algunas de sus ideas o propuestas que ahora, ya como Presidente de México, ha llevado a cabo. Una de ellas, una de las más importantes, es la Consulta Popular en la que, a través del Instituto Nacional Electoral (INE), más de 90 millones de mexicanos decidirán sobre el juicio a expresidentes, si se realizan o no, en el marco jurídico, las acciones legales correspondientes contra los expresidentes que comprenden de 1988 al 2018.
La imagen de AMLO
Desmenuzando un poco sobre lo que Andrés Manuel López Obrador ha representado en materia de imagen y discurso, en Merca 2.0 platicamos con Carlos Bonilla, socio fundador y Vicepresidente Ejecutivo de AB Estudio de Comunicación, hablando de la imagen y el discurso del actual Presidente de México, mencionó lo siguiente:
“(Andrés Manuel López Obrador) ha conformado un discurso inobjetable. Nadie puede oponerse a su combate a la corrupción y a dar prioridad a la población que está en pobreza extrema. Esta línea discursiva le han dado gran penetración en el segmento al que se dirigen sus mensajes. Tan es así que, pese a sus errores y omisiones en la gestión gubernamental, su popularidad no se ha visto afectada, en estricto sentido”.
Según datos revelados por Consulta Mitofsky para El Economista a finales de junio de este año, la aprobación de López Obrador se encuentra en un 58 por ciento, subiendo un peldaño respecto a lo logrado en mayo pasado, pero sin llegar al 61 por ciento que registró en abril.
Parte de esta caída, aunque minúscula, se debe a esa misma estrategia que escuchamos todos los días durante sus conferencias matutinas, donde ha conformado una especie de frente contra la oposición. Sobre esto, Carlos Bonilla ha dicho que:
“Sus grandes errores son el de su discurso de confrontación con varios sectores, la polarización que ha provocado con su discurso maniqueo y, sobre todo, mentir como patrón de conducta, lo que ha minado su credibilidad entre la gente enterada y pensante”.
Asimismo, “la sobre exposición en medios, lo que ha provocado que sus conferencias matinales ya no se tomen en serio y ha devaluado la imagen del presidente, porque no deja algún tema sin responder, por lo cual tiene que recurrir a las mentiras o a los “otros datos”.
Desde la llegada de López Obrador a Palacio Nacional, las conferencias matutinas se han convertido en el espacio para que se dialogue sobre lo que ocurre actualmente en el país. Si bien, al principio se prestaba para un ejercicio político interesante en cuanto al debate de ideas, la realidad es que, al día de hoy, han desgastado la propia imagen del mandatario.
Todos los días, desde las siete de la mañana, se lleva a cabo un ejercicio más de confrontación, en el que el presidente nos brinda su información -“sus datos”- de diversos temas, ya sea inseguridad, corrupción, el Covid-19 e incluso sobre fake news. Cabe señalar que su información no corresponde con la que, muchas veces, diversos reporteros y periodistas cuentan. Entonces, se entra en un terreno de confrontación y ahí Andrés Manuel López Obrador ha tejido un discurso efectivo, señalando los errores del pasado.
De ahí también ha construido el poder que ahora tiene y que lo ha mantenido con los niveles de aceptación por encima de la media. Eso, sumado a la oposición tan débil que tiene hoy en día.
Como parte de la imagen que se ha trazado desde hace años, las conferencias matutinas son también el espacio para recordar que este es “un gobierno para el pueblo”, un gobierno que piensa más en los pobres. Incluso, él mismo lo ha dicho.
“El reto era que se percibiera como un presidente cercano a la gente, pero su radicalismo ha provocado que no se respete a la figura presidencial. Ha olvidado que la investidura de presidente de la república se lleva durante las 24 horas de cada día de su mandato y que su voz en los foros internacionales es la voz del país. Se ha olvidado de que tiene que gobernar para todos y no sólo para un sector, discriminando a quienes no piensan como él”, señala Carlos Bonilla al respecto.
La encuesta: juicio a expresidentes
Antes, incluso, de llegar a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador ya hablaba de llevar a juicio a expresidentes que, de acuerdo con sus palabras, han “saqueado” al país. No es un discurso nuevo en él.
Hoy, sin embargo, es toda una realidad y la Consulta Popular decidirá el destino de Carlos Salinas de Gortari (1988 – 1994), Ernesto Zedillo Ponce de León (1994 – 2000), Vicente Fox Quesada (2000 – 2006), Felipe Calderón Hinojosa (2006 – 2012) y Enrique Peña Nieto (2012 – 2018). De acuerdo con Carlos Bonilla, esta consulta es “una ocurrencia más de AMLO que sólo servirá para alimentar su discurso de que todos los males del país se deben a las gestiones gubernamentales que le antecedieron. Será un dispendio de recursos que no corresponde a la crítica situación económica que vive el país y no dará la pauta para alguna acción legal, porque es ambigua y no identifica a algún actor en específico”.
Según una encuesta de El Financiero, publicada el pasado 28 de julio, del 100 por ciento de las personas consultadas, el 77 por ciento respondió que votaría a favor de que se lleven a cabo las acciones legales pertinentes para esclarecer las decisiones políticas tomadas por los expresidentes de México. Sin embargo, el 31 por ciento señaló que no está interesado en participar.
¿De qué serviría para Andrés Manuel López Obrador o Morena realizar esta consulta popular del juicio a expresidentes?
Expertos señalan que podría ser el empuje que necesitan ambos, primero, de cara a la revocación de mandato del próximo año y, en segunda instancia, de camino a las elecciones presidenciales del 2024, de las cuales ya se destapó el primer candidato, Marcelo Ebrard, actual titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
El especialista entrevistado por Merca 2.0 menciona que “los seguidores de AMLO (mismos que de Morena) están cautivados por el discurso del presidente y lo defienden a capa y espada. Ello no cambiará. En los sectores que se oponen al discurso oficial y al estilo de gobierno de AMLO se convencerán de que la consulta es un circo y una más de las argucias para distraer a la opinión pública de los grandes problemas nacionales y abonar al discurso de que todos los males del país son culpa de las gestiones gubernamentales del pasado.
La escasísima participación que tendrá la consulta no provocará la animadversión por los “actores del pasado” que busca AMLO. Creo que tiene más posibilidades de abonar al descrédito creciente de esta gestión gubernamental, que no ha alcanzado avances significativos en la solución de ninguno de los grandes problemas nacionales. Los recursos distractores se están acabando y como no pueden sustituirse con logros, es probable que la animadversión a la gestión gubernamental se exacerbe.
La crisis que padece Morena tiende a agravarse, más con la inefable decisión de abrir la sucesión a la mitad de la gestión gubernamental. Si no fuera por la debilidad de la oposición, francamente inexistente, Morena estaría en serio peligro de perder en las próximas elecciones”.
Sin duda, lo que sucederá este día no pasará desapercibido, eso ha quedado claro. Por supuesto, hay un descontento general (o generalizado) por parte de la población respecto al manejo que los presidentes anteriores han hecho del país. Los altos niveles de inseguridad que siguen incrementándose cada sexenio, los grades actos de corrupción, el creciente desempleo, entre otros temas de interés nacional, no han sido del agrado de la sociedad.
Parte de ese descontento fue el que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018 y, sí, una base de votantes que fue recolectando a lo largo de 12 años -cuando menos- de campaña política.
Pero, ¿cambiará en algo la consulta sobre el juicio a expresidentes respecto la imagen del presidente y de Morena? A decir de Carlos Bonilla: “Creo que si se hubiera realizado como la pensó el presidente, habría servido a Morena, por el efecto de la satanización de mandatarios anteriores. La consulta que resultó no beneficiará a Morena y sí mostrará la debilidad del gobierno y su limitado arrastre para convencer a la gente de que vaya a las urnas por algo que no tiene sentido”.