Del Liceo a la Academia terminando en el Jardín. La Odisea de estas tres escuelas de pensamiento encabezadas por tres Filósofos Griegos. Fundar una escuela que nos defina, anclar tu estilo de ser o de enseñar a un lugar o espacio de tiempo, una tarea, por supuesto, que se dibuja en los más ambiciosos proyectos de los grupos y las personas.
En algunos lugares de trabajo se acostumbra romper la semana con una salida a comer o a tomar algunas bebidas en un bar cercano. Aligerar la semana o partirla como se dice, no garantiza llevarla a un mejor fin, pero es indudable lo reconfortante de un momento así, sea con tus amigos del trabajo, del barrio, o con tus “ciberamigos” de alguno de estos múltiples grupos de chat.
Precisamente, aquí, en los grupos de chat, tenemos un buen ejemplo de creación de marca, ¿quién se atreve a cambiar el nombre del grupo? Damos cuenta de los miembros que más participan, de los que poco escriben pero son delatados por la aplicación y sabemos que todo lo ven, de los que se enteran solo en las noches a modo de resumen de los hechos del día, de los que guardan el chat como un momento de ligera reflexión para antes de dormir, en fin, las distintas personalidades y la singularidad con la que cada quien enfrenta la infinitud de temas que se tratan. Es evidente la necesidad de pertenencia tan solo censando el porcentaje de abandonos o expulsiones, sea cual sea la motivación, los índices de deserción son muy bajos.
La ataraxia, un ejercicio atrevido, “no desear y no temer”, una cuestión semántica que se resuelve en el primer apretón de manos en la reunión, en efecto, un momento para opinar de lo que no se opina, para redescubrir las virtudes de las personas de al lado, un espacio de tiempo que camina lento, tratando los temas de siempre, con las respuestas que ya conocemos. Tal vez la repetición de las mismas cosas y los mismos chistes enfrentando los mismos rostros, es la magia que invisibiliza al grupo ante los demás.
Aspirar o intentar crear una marca en lo que hacemos y en los “cómos” nos conducimos, es una tarea inconsciente y por ende una tarea exclusiva e inherente a la humanidad que nos concierne. Tal vez, en estos grupos encontremos una de las coyunturas realmente democráticas para ser y expresar en libertad lo que pensamos y decimos. Desdeñar por anticipado un grupo de “chat” y abandonar la oportunidad de habitar en una “democracia real”, equivaldría a negar la mejor oportunidad de “ser el ideal” que imaginamos. Quizás todo esto sucederá en un Jueves.