El viernes pasado México se convirtió en el quinto país clasificado para la Copa del Mundo de Rusia 2018 luego de vencer a su similar de Panamá por marcador de 1-0 en la cancha del Estadio Azteca. Si bien el objetivo principal (calificar para el Mundial) se ha cumplido en tiempo récord, el espíritu festivo que debería de acompañar la consecución del boleto mundialista es muy diferente de la que se percibía hace 4 años e incluso me lleva a preguntarme si las marcas hubieran preferido una clasificación de último momento como en aquel entonces.
Parece que fue apenas ayer cuando se hablaba de las pérdidas millonarias (mil 400 millones de dólares de acuerdo con ESPN) que implicaría para las diferentes industrias un eventual fracaso de la selección azteca en su búsqueda por el boleto para Brasil 2014. Se hablaba de una devaluación en los derechos de transmisión, una menor compra de parafernalia mundialista y por ende un menor desembolso por parte de los patrocinadores, entre otras tantas consecuencias.
Hoy no se habla de nada de lo anterior; sin embargo, el espíritu de apatía que se percibe entre la afición no es tan diferente de aquel que se respiraba durante los meses finales de la gestión de José Manuel de la Torre, algo que indudablemente no debe ser del agrado de los medios de comunicación o los patrocinadores (oficiales y no oficiales) del combinado nacional, pues la falta de confianza en el equipo puede terminar por repercutir en las ventas.
Si bien desde un inicio todos sabíamos que Juan Carlos Osorio y Miguel Herrera eran diametralmente opuestos, desafortunadamente para los patrocinadores, las televisoras y todos quienes ven al futbol simplemente como un negocio, Osorio simplemente no funciona como un buen “embajador de marca” de la selección nacional, situación que invariablemente los terminará golpeando donde más les duele… en los bolsillos.
Basta con ver el inicio de la gestión de Miguel Herrera, a quien un par de meses le fueron suficientes protagonizar más de media docena de comerciales para similar número de marcas (Melox, Segunda Mano, P&G, Banamex o Panini, por mencionar algunas); por el contrario, en casi 3 años al frente de la selección, Juan Carlos Osorio no ha aparecido en un sólo spot publicitario (exceptuando los promocionales de los partidos), ya sea de los sponsors oficiales del equipo o alguno que se haya acercado a él personalmente.
Del mismo modo, mientras que Miguel Herrera lograba empatizar con la afición a través de sus reacciones y festejos desmedidos (mucho más cercanos al comportamiento de un aficionado que aquel que se esperaría de un director técnico), Juan Carlos Osorio se ha encargado de “antagonizar” de cierto modo con la afición, tanto por su sistema de rotaciones como por sus “tímidas” participaciones en Copa América y Copa Confederaciones (sin olvidar la imperdonable goleada ante Chile).
Pese a la temprana calificación para el Mundial, hoy muchos piden la salida de Juan Carlos Osorio, pues aseguran que con él México no tiene posibilidades de alcanzar el tan anhelado quinto partido, algo que ni el Piojo ni ningún otro técnico ha conseguido hasta el momento.
De tal modo, siendo justos, el marketing de la selección mexicana sería la única razón “válida” para separar a Juan Carlos Osorio de su puesto, aunque entonces la pregunta que tendríamos que hacernos sería dónde radica la importancia de acudir al Mundial, ¿en las ventas o en el resultado deportivo?