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Carlos Andrés Mendiola

John Wick y el consumo de la violencia

John Wick, aquel viudo en duelo que apareciera en 2014 en la pantalla grande encarnado por Keanu Reeves para vengar la muerte de su perro, sorprendiendo a propios y extraños con su estilizada representación de violencia, regresa por tercera ocasión en esta década.

John Wick, aquel viudo en duelo que apareciera en 2014 en la pantalla grande encarnado por Keanu Reeves para vengar la muerte de su perro, sorprendiendo a propios y extraños con su estilizada representación de violencia, regresa por tercera ocasión en esta década. Su éxito, con una primera entrega que costó 20 millones de dólares, recaudando casi 90 a nivel mundial, y una secuela de 40 millones de dólares con poco más de 170 millones en taquilla global, se debe a una combinación de elementos que conectan en distintivos niveles con el consumidor y que la han convertido en una serie de culto.

En primera instancia, John Wick es un hombre sencillo. El primer filme lo muestra como un esposo cariñoso y que vive apaciblemente hasta que su esposa muere. La nostalgia se apodera de él y su perrita Daisy, una Beagle, lo ayuda durante el duelo. Todo va bien hasta que un mafioso acepta mal el rechazo de John por venderle su Ford Mustang March 1. La película concluye con un malherido John adoptando a un pitbull y retomando su retiro. La secuela se basa sobre una premisa similar donde la pérdida es su casa, que más allá del valor monetario, representa el consuelo que le brindan los recuerdos de Helen, su esposa. Ésa es otra de sus características clave. John es sensible. Lo demuestran su trato amable, cariñoso y caballeroso con Helen, a través de los recuerdos, y lo confirman el profundo cuidado y la gran complicidad que expresa con sus mascotas. Para John, Daisy, y después, su pitbull, son parte de su familia y ello es un elemento más de conexión con el consumidor, pues para un gran segmento del mercado, los perros son un elemento central. Con ello, el personaje central se proyecta como un hombre de casa, sensible, práctico y sencillo, conectando con ello con un anhelo universal de tranquilidad, pero hay mucho más allá del John Wick que se conoce en los primeros minutos.

El otro lado de John Wick es el que se conoce de manera más universal, el John Wick que se hiciera de fama como “Baba Yaga” o “El Coco” en ruso. Es el hombre al que ha dejado o mejor dicho intentado dejar en el pasado y que se contrapone con el apacible hombre de familia. Esta versión de John Wick es también pragmática, pero extremadamente fría y violenta. Es, en una suerte de Dr. Jeckyll & Mr. Hyde, la expresión de su ser que está dispuesta y comprometida con vengar a quiénes le han hecho daño. En ese sentido, el personaje se cimienta, aunque pueda parecer contradictorio, en un sólido código moral. Las películas, a cargo de Chad Stahelski, con guiones de Derek Kolstad, hacen buen uso de los recursos del film noir, empezando por su antihéroe, y presentando escenas y secuencias de violencia, bajo una estética en tonos fríos y azulados, donde recurren a planos abiertos y pocos cortes, ayudándose más de coreografías y sofisticados encuadres. Ello ha hecho muy memorable a la serie y ha influenciado a otros filmes como “Atomic Blond” y “Hotel Artemis”. En el fondo, lo que sucede es que John Wick se convierte en la herramienta catártica a través de la cual el consumidor puede desahogar aquellos impulsos o deseos que podría tener o querer expresar y que la realidad no le permite.

En su Capítulo 3, John Wick regresa con un poco más de presupuesto (55 millones de dólares), para sobrevivir ante la cacería que se ha desatado y dónde él es la presa, tras haber matado a un miembro del sindicado. Lo interesante está en que, si bien Keanu Reeves ha declarado que probablemente ésta sea la última historia del personaje, quizás no lo sea de su universo, toda vez que en esta ocasión precisamente se explora con más detalle del mundo de los asesinos, a través de El Sindicato. Al reparto regresan Ian McShane y Laurence Fishburne, y se integran figuras populares como Asia Kate Dillon, y de prestigio como Halle Berry y Anjelica Huston. El episodio se denomina “Parabellum”, que proviene de la frase en latín “Si vis pacem, para bellum” y que justamente apunta a la promesa de entretenimiento y desahogo que le ofrece a sus consumidores, “Si quieres paz, prepárate para la guerra”.

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