“Antes para mi ser mamĆ” y trabajar, estaba complicado; Ā”me la pasaba de aquĆ para allĆ” haciendo malabares todo el dĆa y, por toda la ciudad!”.
Esto decĆa mi sobrina mientras tomĆ”bamos cafĆ© en la barra de su cocina en un tranquilo conjunto residencial en Austin TX.
“Muy al inicio -continuĆ³- atravesar la ciudad para alimentar a mi bebĆ© o recoger de la escuela al grande, requerĆa estrategias de logĆstica cuĆ”ntica a fin de hacerlas coincidir con citas preestablecidas con clientes. Por supuesto que, sin mi mamĆ” y marido, esto habrĆa sido imposible.”
Mi sobrina Gaby, comercializa tiempo aire para estaciones de radio en UnivisiĆ³n Texas y es toda una profesional. Sus cuentas corporativas tienen aƱos dado su manejo personalizado, calidad de trato e ingenio.
Me explicaba que la idea naciĆ³ cuando “la otra Gaby, madre de tres” compaƱera ejecutiva de cuenta en la misma estaciĆ³n y -curiosamente- tocaya, empezaron a hablar sobre la posibilidad de combinar clientes, cuentas y ventas dividiendo en dos el tiempo de una semana de trabajo como si fueran, “ambas”, una sola ejecutiva. Desgraciadamente el mundo corporativo, que a veces parece hecho sĆ³lo para hombres, y por hombres dirigido, no fue capaz -durante aƱos- de digerir la iniciativa de dos mujeres con la mayor disposiciĆ³n de entregar su mejor “tiempo de calidad” armonizĆ”ndolo entre dos mundos aparentemente opuestos.
“Ella trabaja lunes, martes y miĆ©rcoles y yo, miĆ©rcoles, jueves y viernes -me referĆa al preguntarle por la agenda-. El miĆ©rcoles -continuĆ³- ambas lo compartimos y asĆ trabajamos juntas haciendo estrategia, planeaciĆ³n y control de avance. Las dos recorremos la ciudad atendiendo clientes en oficinas o en comidas y cenas de trabajo y, como ambas lo hacemos, no se presta a nada de nada” -aƱadiĆ³ mirĆ”ndome a los ojos con expresiĆ³n de: Āæme explico?”.
La resistencia empresarial y la insistencia femenina, desatĆ³ una guerra de tres aƱos librada en un campo de batalla corporativo ya de por sĆ minado de despidos y ajustes jerĆ”rquicos y organizacionales en un medio (radiofĆ³nico) cada vez mĆ”s sitiado por el “stream”. Estas dos mujeres reclamaban algo que, aunque excelente, era inusitado y excĆ©ntrico y todos sabemos que lo, “fuera de lugar”, no tiene (a veces) mucha cabida en la agenda de RH.
“Sin embargo nosotras estĆ”bamos determinadas a lograrlo tĆo. SabĆamos que era posible y hasta mĆ”s rentable para Univision. Finalmente, hace cinco aƱos un jefe creativo y visionario, nos abriĆ³ la puerta a la posibilidad e hicimos un plan de trabajo que, si bien nos castigaba quitĆ”ndonos cuentas afectĆ”ndonos hasta en un cuarenta por ciento del ingreso, nos permitĆa hacer “Job-Share”. Al paso del tiempo, no sĆ³lo recuperamos las mismas cuentas perdidas sino que incrementamos las ventas, crecimos cuentas y por supuesto, mĆ”s ingresos”.
A mi pregunta sobre actividades extras al trabajo cotidiano, me contestĆ³:
“Nos cubrimos en vacaciones, eventos infantiles, embarazos y emergencias sociales y, hasta de niƱeras una de la otra la hacemos. Ahorramos en gasolina y estrĆ©s por trĆ”fico al compartir nuestro auto”.
Y los hijos, la familia, tu marido preguntƩ.
“QuĆ© te puedo decir tĆo, tĆŗ mismo eres testigo del comportamiento de mis hijos y la importancia de que su madre estĆ© cerca de ellos a los 5 y 8 de edad. Mi relaciĆ³n de pareja, por supuesto que se estrechĆ³”.
“Las mujeres tenemos un gran potencial creativo en el mundo corporativo y podemos aportar muchos mĆ”s si somos vistas y oĆdas. Nosotras podemos hacer muchĆsimo pero necesitamos ser administradas como mujeres, no como hombres, no como empleados genĆ©ricos. Seria magnifico que muchas mujeres que te leen -concluyĆ³- y otros tantos ejecutivos de RH en agencias y medios masivos, pudieran analizar este concepto de trabajo y replicarlo para el bien de todos”.