A los ojos de cualquier ciudadano de a pie, un satélite espacial es una mezcla de ciencia ficción, tecnología secreta y guerra fría. A los ojos escrutadores de los científicos e ingenieros es la oportunidad para conocer más de la tierra o del diseño del equipo. Mientras, que a los ojos de algunos artistas es la oportunidad de hacer arte alternativo y extra-terrestre ¿Qué haría un mercadólogo con un satélite?
En cuestión de satélites artificiales, el tamaño importa y mucho. Pues los costos son exponenciales al tamaño. Así, un satélite que pesa 1000 kg costará millones de veces más que uno que sólo pese 1 kg.
Como se puede apreciar en la imagen el pequeño ingenio espacial responde a la descripción de nanosatélite pues sus dimensiones son realmente pequeñas (altura de 12.7cm y diámetro sin antenas de 9 cm), es decir el tamaño de una “torre de CDs”.
Por otra parte, los satélites comerciales de última generación como el Bicentenario de México pesa 5 toneladas y mide 9 m de altura y unos 9m de diámetro. Este enorme satélite mexicano, cuesta alrededor de 1,081 millones de dólares, mientras que el TubeSat cuesta 8000 Dólares. Un TubeSat de interorbital Systems incluye en el precio un lanzamiento garantizado en la órbita baja con un cohete NEPTUNO 30 (N30) o NEPTUNO 45 (N45).
¿Satélites y Arte? Un grupo de artistas mexicanos, convocados por Juan José Díaz Infante, conceptualizaron a Ulises I, como una pieza de arte bajo la forma de un nanosatélte que es a la vez un instrumento musical espacial ideado y dirigido por Díaz Infante. Ulises I está considerado como un proyecto de poesía, arte, ciencia y tecnología de avanzada en el mundo por expertos en la materia. ¿Qué va a transmitir? Música o mejor dicho arte sonoro desde su subórbita a 300km de altura. En una banda inaccesible a la mayoría de las personas (348 MHz). Adicionalmente, es arte efímero … vivirá unos 90 días para desaparecer en una nano-bola de fuego al calcinarse en la atmósfera terrestre.
Con esas dimensiones, el marketing visual carece de oportunidades, salvo el posicionamiento de marcas en el pequeño dispositivo. Incluso el espacio es poco para poner los nombres de los patrocinadores Fonoteca Nacional, PLAY! Festival proyecto residencias, EPSON, Fundación BBVA, INAOE, IQH, Sunflower, Centro Multimedia CENART, Estudio Jamaica, Secretaría de Relaciones Exteriores, Laboratorio Arte Alameda, Centro de Cultura Digital, Conaculta.
Sin embargo, la comunicación sonora presenta una gran oportunidad y es revivir el Jingle como herramienta de marketing que comienza a caer en el olvido. El jingle es un anuncio cantado, normalmente. Con su ayuda se posiciona un producto, nombre o slogan. Así se logra la recordación de marca, mediante la asociación con una canción diseñada al efecto. Algunos Jingles famosos en México son el de Chocolates Turin (ricos de principio a fin) o Haste (Haste la hora de México). La transmisión sonora de Ulises I, bien podría llevar un Jingle con la capacidad de posicionar una marca de forma global. Marcas realmente globales podrían aprovechar la oportunidad como Coca Cola, Addidas, McDonalds.
Sin embargo la mayor aportación de estos proyectos de comunicación, es el impacto social. La ingeniera mexicana Carmen Rodríguez Armenta, ganadora del concurso de ensayo, “Las comunicaciones satelitales y su importancia en el desarrollo de México”, comentó cuando presenció el lanzamiento del satélite Bicentenario, “me ha tocado estar en la parte de la aplicación social de la tecnología”, así, gracias a los satélites, “María una niña indígena de la región Chontalpa en el estado de Tabasco” está conectada a la información y a las personas, cambiando su realidad día a día. De la misma forma como Juan José y sus colegas artistas, están comprobando con Ulises I, que “puede haber un cambio de realidad”.
Ahora más que nunca, ¡No te desconectes!