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Japón busca reducir la jornada laboral a una semana de cuatro días para abordar la escasez de mano de obra y mejorar el bienestar laboral.
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Aunque hay leyes que limitan las horas extras, algunos trabajadores realizan horas no declaradas y sin compensación.
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Japón enfrenta al menos 54 muertes al año por karoshi, o “muerte por exceso de trabajo”, incluyendo ataques cardíacos.
Japón, un país conocido por su intensa ética laboral y el término “karoshi” que se traduce como “muerte por exceso de trabajo”, está intentando cambiar su cultura laboral promoviendo semanas de trabajo de cuatro días. Este esfuerzo del gobierno surge en respuesta a una preocupante escasez de mano de obra y una creciente preocupación por la salud laboral. Aunque la idea de una jornada laboral más corta fue respaldada por los legisladores en 2021, la transición ha sido lenta y los resultados hasta ahora han sido realmente limitados.
Según los datos recopilados en la macroencuesta de Statista Consumer Insights, más de la mitad de los ciudadanos surcoreanos optan por no solicitar baja médica en el trabajo, incluso cuando experimentan síntomas de enfermedad. Este fenómeno se atribuye en parte a la ausencia de una obligación legal para que los empleadores otorguen licencia por motivos de salud o lesiones no relacionadas con el trabajo en Corea del Sur. A pesar de esta falta de requisito legal, algunas empresas en el país ofrecen licencia remunerada para enfermedades o lesiones, independientemente de su relación con el trabajo.
El estudio también reveló que Japón registró un porcentaje significativo de personas que, a pesar de experimentar síntomas médicos, no solicitaron baja por enfermedad en los doce meses anteriores a la encuesta, con un 37%.
Japón busca reducir su jornada laboral pero el obstáculo son los trabajadores
Tal y como lo dio a conocer el portal apnews, tan solo el 8% de las empresas japonesas permiten a sus empleados disfrutar de tres o más días libres por semana, y apenas el 7% ofrece el día libre obligatorio por ley, según el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar.
“Al crear una sociedad en la que los trabajadores puedan elegir entre una variedad de estilos de trabajo en función de sus circunstancias, pretendemos crear un círculo virtuoso de crecimiento y distribución y permitir que todos y cada uno de los trabajadores tengan una mejor perspectiva de futuro”, afirma un sitio web del ministerio sobre la campaña “hatarakikata kaikaku”, que se traduce como “innovar en la forma en que trabajamos”.
Con la finalidad de incentivar a más empresas, especialmente a las pequeñas y medianas, el gobierno ha lanzado una campaña de “reforma del estilo de trabajo”, que incluye la promoción de horarios más cortos, acuerdos laborales flexibles, límites a las horas extras y el aumento de las vacaciones anuales pagas. Además, el Ministerio de Trabajo ha comenzado a ofrecer asesoría gratuita, subvenciones y una creciente biblioteca de casos exitosos para alentar a las empresas a adoptar estas reformas.
Sin embargo, los desafíos son evidentes. A pesar de los esfuerzos del gobierno, solo tres empresas se han inscrito para recibir asesoría sobre las nuevas regulaciones y subsidios. La resistencia cultural parece ser un obstáculo significativo. Por ejemplo, en Panasonic Holdings Corp., de los 63,000 empleados elegibles para una jornada de cuatro días, solo 150 han optado por esta opción, revelando la fuerte presión social para adherirse a las normas tradicionales de trabajo.
En Japón, las largas jornadas laborales son la norma, aunque el 85% de los empleadores dicen ofrecer dos días libres a la semana, y existen limitaciones legales sobre las horas extras, negociadas con los sindicatos y reflejadas en los contratos. No obstante, algunos trabajadores realizan “horas extra de servicio”, que no se reportan ni se compensan oficialmente. De hecho, un reciente informe del gobierno sobre el karoshi estima que al menos 54 personas mueren anualmente debido a las consecuencias extremas del exceso de trabajo, incluidos ataques cardíacos.
Y es que Japón sin duda se caracteriza por su cultura de dedicación extrema al trabajo, lo cual ha sido frecuentemente aclamada como un factor clave en la recuperación nacional y el impresionante crecimiento económico tras la Segunda Guerra Mundial.
Es así que la implementación de la jornada laboral reducida enfrenta una resistencia considerable, reflejando una profunda arraigada cultura laboral que sigue siendo difícil de cambiar.