El marketing social abona en el valor de las marcas, que incluso logran a través de dichas estrategias, generar preferencia entre los consumidores en el mundo.
Un repaso rápido por cifras como las que proyectan Nielsen reportan que a nivel mundial, un 55 por ciento de consumidores se dijo dispuesto a pagar más por productos de compañías socialmente responsables, quienes generalmente usan esta diferencia en el precio promedio (con productos especiales por ejemplo) para destinarlo a un fondo que busca impulsar diferencias en el mercado.
Ejemplo de lo anterior ocurrió con la campaña “Buy a Lady a Drink” (cómprale a una mujer un trago) desarrollada entre Stella Artois y la organización water.org, con la que se busca que a través de la compra de una copa tipo “chalice”, se estará colaborando en una acción que busca lograr cinco años de agua limpia para países desarrollados, donde una tendencia común es que las mujeres tardan muchas horas en colectar agua potable.
La acción se suma a una larga lista de compañías que se han adherido a campañas con una línea humanitaria, como ocurrió con Louis Vuitton y su colaboración con la Unicef, con un collar llamado Silver Lockit, a un precio de 500 dólares, de los cuales, 200 serían donados a la organización, como una acción con la que estas compañías trabajan su imagen al alejarla del corporativismo con que son apreciadas y logran mayor identificación con los consumidores, como ocurrió con marcas como Carolina Herrera y una interesante acción con la que diseñó una pulsera en colaboración con Project Paz, con lo que buscó ayudar a las mujeres que sufren de violencia en esa ciudad del norte de México, a un costo de 50 dólares.
La campaña de colaboración entre Louis Vuitton y la Unicef: