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Desde 2015, el valor global de la industria de la tecnología ha ido en constante aumento año con año
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Según el Banco Mundial, el 2.2 por ciento del Producto Interno Bruto mundial se usa en investigación y desarrollo
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Viima apunta que ocho de cada 10 compañías considera que el futuro éxito de su negocio está en la innovación
El mundo de la tecnología es uno de los más dinámicos, cambiantes e importantes hoy en día. A solo unos años de distancia se tienen disruptivas tecnologías como la conducción autónoma y la Inteligencia Artificial. Al mismo tiempo, las empresas del sector enfrentan un escrutinio sin igual. Ya sea por no cuidar los datos personales o por prácticas predatorias, las instituciones en Estados Unidos (EEUU), México, Italia, Reino Unido y otros países buscan más regulación.
También la población en general insiste que se debería tener un control más estricto sobre las actividades de estas empresas de tecnología. De acuerdo con eMarketer, el 55 por ciento de los usuarios de internet en EEUU temen que su gobierno no hará lo suficiente para regular a estos agentes. Statista, por su parte, señala que apenas una de cada 10 personas cree que deben haber menos filtros. No se ve que estos temores de la audiencia desaparezcan pronto.
Por otro lado, algunas compañías defienden que, aunque aceptan la regulación, no debe ser demasiada. La lógica detrás de este argumento es simple: si los líderes en tecnología tienen súbitamente demasiadas barreras para su operación, no habrá tanto espacio para mejorar. Esto a su vez no solo amenaza con estancar el mercado nacional, regional o global. También abre la oportunidad a que regímenes extranjeros más comprensivos obtengan una ventaja.
Los efectos secundarios de la regulación en la tecnología
Dicha visión es compartida por el CEO de LinkedIn, Jeff Weiner. En una entrevista con Bloomberg, el experto aseguró que la regulación del sector ya es inminente. Señala que, incluso si la industria de la tecnología “desarrollara más iniciativas de auto-control, se va a observar mayor escrutinio gubernamental”. Sin embargo, el experto teme que este tipo de normas tengan “consecuencias inesperadas” con respecto al desarrollo de la innovación.
Estas consecuencias inesperadas funcionan de ambos lados. Las compañías [de tecnología] realizan sus decisiones solo con la mejor de las intenciones. Y hay consecuencias inesperadas de estas decisiones. Desde una perspectiva regulatoria, creo que es exactamente la misma cosa. […] Podrías detener mucha innovación. Podrías bloquear mucha apertura. Podrías impedir muchas de las cosas que crean valor al cambiar las reglas y leyes de responsabilidad.
¿Un debate que tiene sentido?
Todas las compañías de tecnología tienen sus respectivas opiniones al respecto del debate sobre la regulación. Mark Zuckerberg, de Facebook, ha dicho que está en contra de la división de su red social, pero también cree que los gobiernos no han hecho suficiente para marcar el rumbo. Google, por su parte, ha diseñado estándares propios que quiere que siga toda la industria. Esta falta de cooperación, a su vez, ha sido criticada por agentes como la IAB.
No se trata de una cuestión fácil de abordar. La tecnología es, con facilidad, uno de los mercados más grandes de todo el mundo. En total, se estima que genere más de 3.36 billones de dólares a finales de 2019, en cifras de Statista. Una reducción en la innovación del sector bien podría hacer que este dinamismo económico disminuya. A largo plazo, los consumidores se verían afectados por la falta de nuevos productos que sigan elevando su calidad de vida.
Por otro lado, tal vez sea un poco exagerado señalar que la regulación detendrá la innovación. Hasta ahora, los encuentros entre las compañías de tecnología y las autoridades de Gobierno no han sido tan severas. Incluso iniciativas de gran impacto, como la GDPR europea, ya están bien establecidas en la industria, sin afectaciones negativas palpables. Solo es cuestión que todo el entorno coopere para encontrar un estándar que funcione a todas las partes.