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Arturo Mora

La inmediatez y la mercadotecnia

Los consumidores quieren todo rápido, rápido. Todo tiene ya que funcionar pronto y sin espera y los resultados, de lo que sea, tienen que ser inmediatos.

Desde hace ya algunos años los contenidos exitosos que aparecían en la televisión eran los que nos empezaban a mostrar lo que más adelante se convertiría en tendencia. La fama, la ganancia, el resultado positivo, no eran fruto del trabajo constante que implica años de estudio o de trabajo. El éxito se estaba basando en conseguir lo que se quiere sin que implique el esfuerzo “tradicional” con el que hemos sido formados muchas generaciones.

Los “Realities” nos ponían a vista de pantalla que cualquiera (si, cualquiera) podía lograr fama, éxito, dinero y un “trabajo” seguro mientras ese personaje escandaloso continúa en su Hype momentáneo. El Big Brother y su presencia en TV a nivel internacional lo demostró.

Pero esta tendencia no se quedó exclusivamente en ese descubrimiento televisivo abierto (dando sus ultimas pataditas de vida como medio popular y mega masivo), sino que el fenómeno fue aumentando con mucha fuerza sobre todo gracias al desarrollo de la tecnología y sus “hijitos hiperactivos”, o sea, las redes sociales.

Y tomó diversas formas para ser consumido y usado en un caldo de cultivo ideal que se estaba formando dentro de la modernidad actual y que ahora ya forma parte de la normalidad. La Cultura de la Inmediatez.

¿Qué desean los que viven dentro de este fenómeno cultural? La rapidez y la satisfacción instantánea. Usuarios con conductas sociales como la hiperconectividad tecnológica y el deseo constante de gratificación momentánea. Ya, rápido. Para ahora mismo quiero el resultado.

Y no es que esté peleado con la tecnología y los avances positivos que son resultado de lograr éstos beneficios instantáneos. ¡Bien por las computadoras y procesadores más rápidos! (¿Quién recuerda que hace años al usar internet teníamos que esperar ese chillido eterno del modem y “siglos” para abrir una página web en lo que se formaba la imagen completa?). Bien también por las medicinas que nos curan más rápido o con los avances médicos con los que identifican enfermedades de manera más oportuna. Y muy bien también porque tenemos información más rápida y a la mano. Todo ello me parece perfecto. Sin embargo, nos estamos enfrentando también a consumidores/usuarios, de todas las edades, que ven primordial el deseo de la gratificación instantánea. Quieren experimentar el placer y la satisfacción sin demora, generando una mayor impaciencia social y si el deseo no es conseguido de inmediato llega la frustración y la ansiedad.

Ahí es donde puede aparecer el sobreconsumo y el consumo no responsable, con resultados nefastos de los que ya hemos hablado anteriormente.

Estamos frente a consumidores que son cada vez más impacientes y quieren obtenerlo todo de inmediato. Y esto es algo que los mercadólogos no pueden perder de vista, ya que lo que antes podía ser una ventaja competitiva para nuestras marcas, como puede ser la entrega inmediata frente a una compra online, ahora ya es un tema obligado y no diferenciador, que si no es satisfecho como el consumidor lo quiere, se puede dar la vuelta y buscar a la marca que sí le satisfaga más rápidamente.

El cliente fiel lo es hasta que le salga ese “pelito” en la sopa. Olviden la imagen romántica del consumidor que se quedaba con nuestra marca hasta la muerte, nada más porque formábamos parte de su costumbre o tradición. Si no obtiene su satisfacción inmediata no esperen ni su despedida.

El consumidor/usuario está viviendo todo con más rapidez y esto se refleja también en el consumo de los medios, sobre todo los que están más casados con la tecnología digital. Y la publicidad debe ir a la par. ¿Cómo tener éxito en un anuncio de YouTube si en muy pocos segundos no atraes la atención además de dar el mensaje publicitario completo?

Todas las redes sociales están comunicando en el mismo sentido, tanto para sus usuarios como para sus recursos como medio de venta y publicitario.

Y esto se refleja en un fenómeno conocido como “Sped Up”.

Nos encontramos con el éxito de versiones aceleradas de éxitos nuevos y clásicos que están en Spotify , TikTok y YouTube y que consiste en aumentar la velocidad de una canción a un 150%, poniéndose de moda sobre todo en TikTok gracias a las intervenciones de usuarios anónimos que “arreglan” la canción dando esta nueva velocidad a la canción y dejándola a un uso libre para que otros usuarios la utilicen y suban con sus propios vídeos coreografiados y preparados para compartir.

Se dice que esta tendencia proviene de dos estudiantes de secundaria noruegos en 2002 basados en un EP que lanzaron llamado Nightcore. Esta tendencia se ha popularizado poco a poco a lo largo de los años, sobre todo gracias a que muchas personas tienen un período de atención generalmente más corto y el hábito de ver videos acelerados (que es, por ejemplo, cuando le dan la opción en YouTube a ver un video a 1.5 de su velocidad normal).

El fenómeno del Sped Up no solamente genera nuevos éxitos gracias a las intervenciones de los usuarios digitales, sino que recuperan y reviven éxitos pasados, dándoles una resucitación comercial, ubicándolos en los primeros lugares de popularidad. Los artistas originales, nada tontos y aprovechando la oportunidad, publican también sus versiones oficiales.

¿El resultado?

  • Los contenidos de TikTok (#spedup) ya cuentan con 10 mil millones de reproducciones

  • De acuerdo a Billboard, 80 de las 100 canciones más escuchadas en esa red social tienen el tempo alterado

  • Spotify tiene su playlist oficial (Sped Up Songs), que supera el millón de “likes” donde incluye temas, entre otros artistas famosos, de Madonna y Rihanna.

  • Existen remezcladores-influencers de este estilo, como Jovynn, reconocida por una versión acelerada de A Sky Full Of Stars, de Coldplay, y que tiene 10 millones de followers.

  • Otros “creadores” famosos ya identificados por las disqueras son Spxedupsongs (5 millones de seguidores), Speedysongs y Bestspedup (2 millones cada uno).

  • El cantante o artista ya no es solamente el creador, sino también sus seguidores y obtienen beneficios de la misma obra adaptada.

Con el Sped Up tenemos una primer gran muestra de como la industria (en este caso la musical y todo lo que arrastra con ella, incluyendo los esfuerzos promocionales y publicitarios) es transformada por el mismo usuario/consumidor/prosumidor, ansioso por tener el poder, generador de sus propios contenidos y buscador constante de una satisfacción rápida e instantánea a cambio de “likes” en su red social y que satisfacen su placer inmediato reflejado en manitas y corazoncitos que alimentan su ego con una duración tan rápida como un post.

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