Lo que era inevitable ocurrió, la caja de Pandora se acaba de abrir y la discusión sobre el acoso y el abuso sexual ha comenzado a ser más cercana a nuestra realidad como sociedad.
Hasta hace poco, el mundo se asombraba por la cantidad de personalidades del medio del espectáculo hollywoodense y de otros ámbitos, que afirmaban haber sido víctimas de agresiones sexuales, hoy comenzamos a apropiarnos del debate con presuntos casos que han ocurrido en México, todos, intrínsecos a una sociedad caracterizada por sus altos niveles de violencia de género y por restarle importancia a las manifestaciones femeninas que exigen respeto.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016), realizada por el INEGI, revela que 66 de cada 100 mujeres han sido víctimas de violencia de tipo sexual, emocional, física y discriminación laboral. Sin embargo, tanto en los casos de violencia física o sexual, el 88% de ellas no presentó ninguna denuncia ni pidió apoyo de alguna institución.
En México, la primera figura pública que se atrevió a denunciar que fue víctima de acoso sexual fue Karla Souza, en un caso ya conocido por todos, le siguieron las actrices Paola Núñez y Stephanie Sigman, así como la comediante Sofía Niño de Rivera.
Sin embargo, al margen de la valentía de éstas y las demás mujeres que han roto el silencio (sobran razones para no haberlo hecho antes y se pueden conocer en las publicaciones con el hasthtag #YoNoDenuncioPorque), este y otros debates como el feminista, han caído en una exageración que lejos de contribuir a sus propósitos, los desvirtúan.
No es ninguna novedad que en la era de las redes sociales, las susceptibilidades se han tornado sumamente frágiles, y de la misma manera en que un chiste, una opinión o un comentario inocente invariablemente victimizará a alguien, también los argumentos feministas y en contra del acoso se han radicalizado a un punto en que es difícil abordarlos bajo puntos de vista distintos, sin desencadenar el odio de alguien.
Nadie puede negar que es más que necesario destapar la cloaca del abuso de poder en la industria del entretenimiento (que es igual de ruin que el abuso que se da en todas las industrias), y levantar la voz para repudiar la sociedad machista en la que hemos vivido desde siempre, pero es necesario tener en cuenta que la radicalización de este o cualquier movimiento no es algo que contribuya a mejorar las cosas y, por el contrario, propicia una lamentable banalización de esos temas tan delicados.
Evidencia de que es urgente una discusión inteligente, con propuestas más allá de reclamos viscerales y una nula tolerancia hacia cualquier acto que huela a acoso, son nuestras cifras negras: de acuerdo con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, del 2010 al 2015, se registraron 345 casos de violencia sexual por día.
¿Por qué no sumarse a esta campaña con propuestas que lleven a transformar esta realidad? con campañas que ayuden a identificar el acoso y educando sobre los canales de denuncia, sobre todo, si las encuestas (ENDIREH 2016) señalan que hasta 20 por ciento de las mujeres mexicanas no denuncia porque desconoce cómo o dónde hacerlo.
El primer paso está dado, los nombres de los presuntos acosadores y abusadores comenzaron a salir a la luz y empezarán a haber consecuencias; después de este detonante, está en nuestras manos como sociedad supuestamente informada gracias al acceso casi universal al internet, demostrar nuestra capacidad de discusión más allá de lo que nuestras vísceras nos dictan, y construir mejor un diálogo inclusivo, maduro, y alejado de fanatismos que, en lugar de ayudar, son un lastre para la causa.