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Carlos Bonilla

InformaciĆ³n que desinforma

Todos podemos aportar nuestro granito de arena ante esta situaciĆ³n. Una sociedad sana es tambiĆ©n aquella que estĆ” bien informada.

A los antiguos griegos el exceso de informaciĆ³n les parecĆ­a una insensatez; HerĆ”clito, y mĆ”s tarde DemĆ³crito, estaban en contra de la polymathĆ­e, el almacenamiento excesivo de datos que acaba interfiriendo con la inteligencia. Esta manera de acceder al conocimiento, fundamentada en ese mandamiento griego que dice ā€œnada en demasĆ­aā€, ha desaparecido en estos tiempos, en los cuales se fomentan varios tipos de excesos, entre estos el de la informaciĆ³n.

En una reuniĆ³n con los integrantes de los consejos editoriales de Reforma, Alejandro Junco nos dijo que ā€œla sociedad actual estĆ” plagada de informaciĆ³n y sedienta de conocimientoā€.

SĆ­, hoy vivimos en la polymathĆ­e de la que huĆ­an los griegos, basta mirar la pantalla del telĆ©fono mĆ³vil para que nos caiga una catarata de informaciĆ³n que, sin ningĆŗn tipo de reflexiĆ³n previa, absorbemos y almacenamos. En un rato de exposiciĆ³n a la pantalla recibimos mĆ”s datos de los que recibieron HerĆ”clito y DemĆ³crito en toda su vida. Y ĀæquiĆ©n produce razonamientos mĆ”s potentes?, ĀæquiĆ©n tiene mejores ideas?, Āælas ideas de quiĆ©nes han sobrevivido 2 mil 400 aƱos? Claro que las de aquellos que seleccionaban el conocimiento, que no vivĆ­an como nosotros, atiborrados de esa informaciĆ³n que recibimos dĆ³cilmente, ingenuamente, irresponsablemente y hasta con mucho entusiasmo. Los griegos manejaban poca informaciĆ³n, unas cuantas verdades sĆ³lidas que rumiaban a lo largo de su vida, mientras nosotros nos ahogamos en la abundancia y en la palabrerĆ­a.

En un artĆ­culo publicado en Milenio Diario, Jordi Soler dice que ā€œuna cabeza informada en exceso no tiene margen para el pensamientoā€ Menciona que esto lo tenĆ­an muy claro Confucio, Lao-Tse.Ā  Atribuye a Juan JosĆ© Arreola la afirmaciĆ³n de que ā€œbastan sĆ³lo unas cuantas verdades, no todas porque el exceso de informaciĆ³n, por mĆ”s verdad eterna que sea, termina confundiendo y desinformandoā€. El escritor decĆ­a que habĆ­a leĆ­do pocos libros, pero muy bien leĆ­dos.

Con el bombardeo mediĆ”tico al que estamos sometidos actualmente mientras estamos despiertos, la cantidad de informaciĆ³n que circula en redes sociales y diversos medios y la necesidad de estar informados, caemos inevitablemente en la informaciĆ³n falsa.

La UNESCO propone claves para evitar la desinformaciĆ³n ā€œonlineā€, ante la situaciĆ³n de incertidumbre y continuos cambios que estamos padeciendo como sociedad. Esta instituciĆ³n desarrollĆ³ el concepto de AMI o ā€œAlfabetizaciĆ³n MediĆ”tica e Informacionalā€, que refiere las competencias que un ciudadano debe tener (conocimientos, habilidades y aptitudes) para poder buscar, evaluar crĆ­ticamente y utilizar el contenido de los medios de comunicaciĆ³n de manera apropiada. Unas habilidades que cobran especial relevancia hoy, en el contexto de la propagaciĆ³n de informaciones no contrastadas que circulan por la red cada dĆ­a.

El Marco de Competencias de la UNESCO combina dos Ć”reas distintas ā€“ alfabetizaciĆ³n mediĆ”tica y alfabetizaciĆ³n informacional ā€“ bajo el paraguas del tĆ©rmino AlfabetizaciĆ³nĀ  MediĆ”ticaĀ  eĀ  Informacional.Ā  UNESCO plantea que si logramos tener mĆ”s cantidad de ā€œciudadanos AMIā€ podrĆ­amos conseguir una sociedad mejor informada y alfabetizada en medios de comunicaciĆ³n para que cada persona se convierta en la mejor defensa contra la desinformaciĆ³n evitando negativas consecuencias de la desinformaciĆ³n. La UNESCO indica que, a travĆ©s de las siguientes acciones cotidianas, todos podemos llegar a ser consumidores responsables de informaciĆ³n.

  • Ante un medio desconocido, intentar comprobar su veracidad.
  • Al leer una determinada informaciĆ³n, tratar de identificar las fuentes.
  • Conocer bien los diferentes canales de informaciĆ³n que existen en la actualidad, asĆ­ como los principales proveedores de informaciĆ³n.
  • Contrastar una misma informaciĆ³n con otros medios de referencia.
  • No compartir contenidos en las redes sociales sin antes haber comprobado la veracidad y calidad de los mismos.
  • Denunciar en cada red social aquellas informaciones falsas.
  • Identificar cuando un artĆ­culo es patrocinado.
  • Conocer las diferentes iniciativas tanto nacionales como internacionales que instituciones y gobiernos promueven para luchar contra las ā€˜fake newsā€™.

Todos podemos aportar nuestro granito de arena ante esta situaciĆ³n. Una sociedad sana es tambiĆ©n aquella que estĆ” bien informada.

 

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