Si bien los influencers digitales, los de “carne hueso”, son la manera más conocida que hoy tienen las marcas para llegar a un gran número de personas, eso está cambiando con el surgimiento de los influencers virtuales, personas ficticias creadas por medio de una tecnología llamada Computer Generated Imagery (CGI), que utiliza inteligencia artificial y realidad aumentada para otorgarles características, rasgos y personalidades tan realistas como si tratara de un ser humano.
Su impacto está generando revuelo en todo el mundo porque al ser manejados por medio de algoritmos e IA, pueden ser moldeados de acuerdo a las necesidades de las marcas y las exigencias de los usuarios. Además, tienen muchas ventajas frente a los influencers reales: sin escándalos y omnipresentes, son 100% controlables, pueden aparecer en muchos lugares a la vez lo que los hace menos costosos y, lo más importante, nunca envejecen ni mueren asegurando una permanencia eterna dentro de las redes sociales.
Sin embargo hay que tener en cuenta que ese control viene de la mano de las empresas que los crean que, en definitiva, son quienes interactúan con las marcas. Así las cosas, los mensajes que transmiten están pensados para recrear una vida de perfección, mostrando determinados valores que se alineen con los que las marcas pretenden trasladar a sus consumidores y seguidores. De esta manera se construyen personajes sin margen de error y cuya reputación es imperecedera. No pasan de moda, de hecho cuando no son los creadores de las tendencias, se adaptan fácilmente a ellas.
Con este escenario las redes sociales se están convirtiendo en un lugar donde la interacción H2R (Human to Robot), es un hecho, está sucediendo y evolucionando a un ritmo acelerado. Si a esto le sumamos que hoy el contenido se ha vuelto mucho más poderoso que quien lo comparte, los perfiles virtuales encuentran un espacio para posicionarse, permitiéndole a las marcas recuperar el control de su mensaje.
Pero más allá de sus ventajas, no debemos olvidar que estamos en un momento donde es cada vez más criticada la manipulación de imágenes por perpetuar estándares de belleza irreales y las fake news ponen en jaque el consumo de información, entonces cabe preguntarse ¿los influencers virtuales representan una nueva forma de entretenimiento o se trata de líderes de opinión sin opinión que fomentan un consumo idealizado y poco realista?