En meses recientes, mucho se ha hablado sobre la responsabilidad que los influencers tienen hoy en día en la construcción del imaginario social. Sus recomendaciones y contenidos parecen ser para muchos un aspecto crucial en la toma de decisiones en diversos aspectos y ahora este debate se abre de nuevo luego de que ganó popularidad el video de una influencer que se grabó lamiendo diversos productos e inmobiliario de un supermercado para fortalecer su sistema inmune.
Se trata de Jodie Meschuk, influencer que ha ganado relevancia por crear un historial de promoción de desinformación médica.
Ahora, en su material más reciente, Jodie diecdió vista un supermercado afirmando falsamente que con esta medida fortalecería su sistema inmunológico.
Así la mujer aparece a cuando son cubrebocas, lamiendo todo lo que se encontraba a su paso, sin considerar que este asunto es particularmente riesgo en este momento considerando la mera en la que se transmite el virus del Covid-19.
El vídeo contiene extraños subtítulos, como “no es ley” y “el oxígeno y las sonrisas son la vida”, además de “los gérmenes fortalecen tu sistema inmunitario, la exposición a los gérmenes crea defensas contra el asma y las alergias”.
Como era de esperarse, el material generó descontento entre mucho usuarios quienes sentenciaron la actitud de la mujer que, a pesar de estar identificada como una difusora de información falsa, cuenta con más de 17 mil seguidores.
Luego de que este video ganara relevancia en Instagram, la plataforma decidió desactivar la cuenta de la influencer cumpliendo con los protocolos de violación a sus políticas sobre COVID y desinformación sobre vacunas.
DE responsabilidad omitida
Este es un ejemplo más que hace posible afirmar que una gran parte de los influencer aún no quieren asumir la responsabilidad que está ligada a su figura.
Si bien hablamos de líderes de opinión que nacieron en un entorno lúdico, la realidad es que el peso que han ganado para generar criterio e influir en la creación de conocimiento colectivo, les ha obligado a entender que sus publicaciones y comentarios tienen un rol que va más allá de simplemente entretener.
La omisión de esta responsabilidad se contrapone con los derechos que exigen estos nuevos jugadores en el mundo de la comunicación.
Por ejemplo, desde MarvelCrowd indican que aunque un 78 por ciento considerada que ser influencer (ramo en el que entrar los youtubers) es una profesión y que para el 65 por ciento es su profesión actual, el 76 por ciento consideran que su profesión no está reconocida por la sociedad.
De hecho, el 86.1 por ciento de estos líderes de opinión consultados afirma que los poderes públicos y la legislación vigente deberían contemplar su ocupación y que exista una regulación al respecto.
Con esto en mente es importante que las nuevas generaciones que esperan conquistar las profesiones digitales que la nueva era trajo consigo, no confundan independencia con responsabilidades cero; el compromiso parece ser mayor incluso, si consideramos que estas tareas están en un proceso de consolidación y que aún tiene mucho camino por recorrer.