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La IATA celebró medidas como la que ha tomado Reino Unido para reanudar el tráfico aéreo lo antes posible
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El país europeo señaló que se levantarán las restricciones de viaje a mediados de mayo, si la situación de la COVID-19 lo permitía
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Se espera que este verano sea crítico para la industria aérea, con varios consumidores planeando retomar viajes internacionales y locales
Contrario a todas las expectativas de la industria aérea, su actividad no parece que se vaya a recuperar pronto. Así que, de acuerdo con Reuters, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) se está preparando para lanzar un nuevo pasaporte digital que le permita operar a sus miembros. La idea es que este pase les permita tener un control de las “credenciales” de salud de los clientes, y así poder reducir al mínimo los contagios por COVID-19 en su sector.
Este pase será lanzado formalmente a finales de marzo. El pasaporte contendrá información condensada sobre resultados de pruebas COVID-19 y certificados de vacunación. La idea es que se le pueda dar una atención más rápida a los clientes. Actualmente, los miembros de la IATA invierten mucho tiempo y personal para revisar que cada pasajero no es un riesgo para los demás. Sin embargo, se espera que este verano aumente significativamente el tráfico.
Lo anterior hace necesario estandarizar y acelerar los procesos de atención, algo que lograría el pasaporte COVID-19 digital de la IATA. El directo general de la Asociación, Alexandre de Juniac, reafirmó que es necesario contar con “un plan para nuestra recuperación”. En este sentido, cree que un estándar global para vacunas y pruebas es esencial para que la industria despegue. Si todo sale conforme lo planeado, se verían avances en la segunda mitad del año.
Así va la industria aérea
No es sorprendente que la IATA esté desesperada de encontrar una forma de reanudar la actividad comercial entre sus miembros. Y es que realmente no se ha visto un despegue en el uso de vuelos, ni a nivel internacional ni a escala local. De acuerdo con Morocco World News, en todo el mundo aún hay naciones que siguen suspendiendo vuelos con vecinos cercanos por la COVID-19. Y sin una fin a la crisis cerca, no parece que el sector vaya a crecer pronto.
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Estos miedos son corroborados por organismos internacionales. De acuerdo con las Naciones Unidas, incluso en el mejor de los casos no se espera que el tráfico aéreo para mediados del año sea más del 71 por ciento de la capacidad a finales de 2019. En el escenario pesimista, es probable que ni siquiera se pueda tener ni la mitad de actividad que se registraba en el mundo pre-pandemia. Así pues, una solución viable para dar confianza a los consumidores es crucial.
Parece que la idea del pasaporte aéreo es la más viable, al menos en el corto plazo. Y no es solo la IATA la que está dispuesta a ver cómo funciona. De acuerdo con ABC News, Nueva Zelanda y Australia están considerando un esquema de registro sanitario similar para lidiar con la crisis de COVID-19 en su región. Con ese pase digital, que se sincronizaría automáticamente con laboratorios y los registros de gobierno, se podrían crear “burbujas” de viaje más seguras.
Los desafíos del pasaporte COVID-19
Cabe destacar que la idea de este pase digital no es algo nuevo. Ya desde abril del año pasado, cuando la pandemia apenas estaba despegando, se planteó una certificación “COVID Free”. Es decir, designar espacios que hubieran probado estar libres de COVID-19 para darle a los turistas internacionales un incentivo para seguir viajando. Ahora, es claro que no hay una parte del mundo donde la enfermedad no esté ocasionando estragos, derrumbando este plan.
Por desgracia, no todos los agentes del mercado creen que estos pasaportes de viaje sean la mejor idea para reanudar el tráfico aéreo en medio de la COVID-19. La startup iProov señaló que este tipo de registros podrían llevar a una serie de controversias sociales y políticas en el mundo. No solo porque podría crear una especie de discriminación contra la gente que no haya podido vacunarse. También podría llevar a una crisis de privacidad y confianza política.