2017 será un año de cambios radicales. Basta con informarse en los medios para darse cuenta que se espera un año plagado de transformaciones que posiblemente modificarán los hábitos de consumo en México.
Para comenzar el año, el recién ajuste al salario mínimo a 80.06 pesos ha dado de qué hablar. El poder adquisitivo del salario de los mexicanos continúa a la baja, según el más reciente reporte del CAM de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha caído un 79.5 por ciento en los últimos 29 años. A esto se suma el alza de precios en las gasolinas, las tarifas de luz para comercios e industria, los trámites vehiculares, entre otros. Lo cual deja cierta incertidumbre en el tema del encarecimiento de la canasta básica.
Esto deriva en que el consumidor mexicano busque alternativas en los productos y servicios, mismos que se pueden ver afectados por cualesquiera de las disposiciones tomadas por el gobierno. La necesidad de las empresas de acatar tanto estas normas como las exigencias de los consumidores, se ha vuelto más que evidente.
Uno de los casos con el que se puede ejemplificar este marco correlacional entre regulaciones y cambios de hábitos se encuentra en la figura de las bebidas azucaradas. El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), que se cobra a bebidas azucaradas, mismo que podría considerarse exitoso ya que ha logrado una recaudación sostenida de 17 mil millones de pesos desde su implantación en 2014. Sin embargo, los casos de obesidad y otros padecimientos derivados del consumo en este segmento, ha desembocado en resultados tenues. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, para lograr afrontar esta enfermedad, se requiere de la responsabilidad individual y del involucramiento de la industria.
Con base en esto, la empresa Coca-Cola y el grupo de empresas mexicanas que forman parte de su familia comercial como Jugos del Valle y Santa Clara, no sólo decidieron mostrarse afín a sus consumidores, quienes les exigían productos que les ayudaran a cambiar sus hábitos para mantener su bienestar personal. Es así como en su portafolio que incluye 70 marcas, casi el 40 por ciento de ellas son bajas o sin calorías. Aunado a sus esfuerzos por impulsar una educación para una mejor alimentación y su compromiso por una mercadotecnia responsable, ya que apoya varios programas sobre este ámbito. Recientemente, inauguró el Centro de Innovación y Desarrollo Coca-Cola con el propósito de brindarle a sus consumidores nuevos productos y fórmulas que se adapten a sus necesidades actuales.
Otro caso especial es el tabaco. Se ha prohibido en lugares cerrados, se han puesto advertencias sanitarias en las cajetillas, se ha ajustado varias veces su precio, y más regulaciones.
Conforme a lo expuesto por Luz Myriam Reinales, Jefa del Departamento de Investigación sobre Tabaco del Instituto Nacional de Salud Pública, la medida del aumento al precio del tabaco ha tenido un efecto de cambio en los mexicanos. Actualmente, 4 de cada 10 mexicanos han pensado en dejar de fumar debido a las advertencias sanitarias en las cajetillas. No obstante, la más reciente Encuesta Nacional de Adicciones señala que en nuestro país existen alrededor de 17.7 millones de fumadores de los cuales 12.3 por ciento son niños y adolescentes. Además se calcula que estos últimos fuman en promedio 4.1 cigarros al día.
A este respecto, la empresa tabacalera Philip Morris International desarrolló un dispositivo llamado iQOS, un producto que tiene nicotina, pero que no tiene combustión, la cual es una de las principales causas de las enfermedades relacionadas con el tabaco, de ahí la disminución del riesgo.
Los consumidores mexicanos deben asimilar una nueva realidad. Una en la que convergen disposiciones sociales, económicas y políticas que afectan sus hábitos de consumo. Abordar los cambios de una manera colaborativa representa la oportunidad de mejorar una situación que de otra manera puede resultar contraproducente si solo se afronta de manera individual.