Internacional. Uno de los consejos “cliché” más arraigados a nuestra cultura popular, indica que cuando alguien está nervioso porque va a presentar una exposición frente a un público, la mejor forma de reconfortarlo es decir “no te preocupes, sólo imagínatelos a todos desnudos”.
Más notas relacionadas:
Artistas gráficos ‘tapan’ con sus dibujos los desnudos de famosas hackeadas
Una provocativa campaña con desnudos para promover ropa
‘Sacerdotes’ posan desnudos en calendario para campaña contra la discriminación
Esta frase, cuya sabiduría gira en torno a que debemos visualizar a las personas en su estado natural -humanos tal como nosotros, con sus respectivos defectos y virtudes- puede ser un gran consejo para aquellas personas que tengan muy activo el hemisferio derecho cerebral, cuyas funciones están vinculadas con la creatividad y la imaginación en tiempo real. Sin embargo, ¿qué pasa con los nervios de aquellos seres analíticos que piensan que todo debe salir a la perfección?
Si es tu caso, aquí te presentamos 3 consejos útiles para vencer el miedo al público sin la necesidad de imaginar a la gente (como se dice popularmente en este continente) “en pelotas”:
1.- Ponte en su lugar
Haz el ejercicio: Si tu estuvieras escuchando tu conferencia, ¿qué pensarías? Al tener este panorama, puedes plantearte bien (y modificar) los objetivos de tu conferencia. Es un error querer impresionar a todos si -en primera instancia- tu discurso no te impresiona a ti. No esperes las palmas o las risas de toda la audiencia, considera que tu público es variado y que habrá quienes no reciban la información igual.
2.- No quieras caerles bien
Es innegable que toda conferencia debe ser entretenida para captar la atención de los espectadores. Lamentablemente muchos oradores hacen el esfuerzo de “caerle bien” al público a toda costa, aunque si información sea escueta o completamente irrelevante. A final de cuentas, lo que va a captar la atención de tu público es el contenido de tu mensaje, no tu encantadora personalidad. El consejo aquí es dejar de concentrarte en el entretenimiento o los chistoretes para romper el hielo y trabajar con mayor profundidad las ideas.
3.- Prepárate para una confrontación
Nietzsche decía que quien se permite hablar en público “tiene el deber, tan pronto modifique sus opiniones, de contradecirse también en público”. Esta frase nos recuerda que ninguna idea es permanente y pueden existir múltiples enfoques sobre un mismo tema. Parte del nerviosismo de las personas que se enfrentan ante un público es el temor a caer en el error… sin embargo el error no existe. Siempre debes considerar (si eres un orador responsable) que el conocimiento que estás compartiendo no es ni definitivo ni único, y aunque haya cambiado tu vida por completo no significa que lo hará para los demás también. En este sentido, si sales con la convicción de “querer tener la razón” puedes sucumbir ante el primer intercambio de ideas de algún espectador en desacuerdo. Cuando se maneja un tema interesante, de nada sirve querer convencer a las personas, es mejor salir con la tranquilidad de saber que el enfoque es personal y parte de las experiencias recopiladas hasta ese momento.