- El nuevo logo del Gobierno de Portugal recupera elementos históricos, pero ha generado controversia y opiniones divididas en las redes sociales.
- Algunos elogian el retorno de los símbolos tradicionales, mientras que otros lamentan la decisión y prefieren el antiguo logotipo.
- Este episodio refleja la importancia del diseño y la trascendencia de las identidades visuales en la política.
La llegada de un nuevo gobierno a menudo trae consigo una serie de cambios que van más allá de las políticas y alcanzan la esfera visual.
Un ejemplo reciente de esta tendencia se está manifestando en Portugal, donde la victoria de la coalición conservadora Alianza Democrática (AD), liderada por Luís Montenegro, en las elecciones generales del pasado 10 de marzo, trajo consigo una rotunda modificación en el logotipo del Gobierno.
¿En México sucederá lo mismo cuando Andrés Manuel López Obrador deje el gobierno este año?
El nuevo gobierno portugués, que tomó posesión el pasado 2 de abril, optó por reinstaurar el emblema histórico asociado al país luso.
Este símbolo incluye la esfera armilar, antiguo dispositivo de navegación, así como cinco escudos que evocan la lucha del rey Alfonso I en el siglo XII contra los reinos moriscos y siete castillos recuperados durante la Reconquista de la Península Ibérica.
Todo esto está representado sobre una floritura que evoca la bandera nacional con sus característicos colores rojo y verde.
Impacto en las redes sociales
El cambio no pasó desapercibido y está generando adhesiones y críticas en las redes sociales.
Desde el Gobierno se explicó que la decisión de modificar el logotipo oficial se tomó para recuperar elementos que habían sido eliminados en un cambio anterior.
Esta medida, según las declaraciones gubernamentales, busca valorar la historia, la identidad y la cultura nacional portuguesa.
Con este movimiento, se deja atrás el logotipo utilizado por el anterior primer ministro António Costa, diseñado por el estudio Eduardo Aires.
Este símbolo, compuesto por bloques de colores dispuestos en una línea horizontal, fue considerado por algunos como inclusivo, plural y secular, con el propósito de simplificar la expresión gráfica de la identidad del Ejecutivo, especialmente en el ámbito digital.
La implementación de este logotipo el año pasado fue objeto de controversia, especialmente durante las campañas electorales de finales de 2023.
Los sectores más conservadores lo tildaron de antipatriótico y acusaron al partido de Costa de adoptar una postura “woke”, a pesar de que el logotipo únicamente representaba al Gobierno y no buscaba alterar los símbolos nacionales.
Diseño del logo de Gobierno
La reacción ante este cambio ha sido variada. Por un lado, existe un sector de la población que celebra el regreso de los elementos tradicionales y que critica la escasa legibilidad del logotipo anterior en plataformas digitales.
Por otro lado, hay quienes lamentan la decisión y expresan su deseo de que se recupere el antiguo símbolo, dicen en RW.
Este episodio refleja la importancia del diseño y la trascendencia de las identidades visuales en el ámbito político.
Se asemeja a situaciones vividas en otros países europeos, como Alemania, donde una parte conservadora de la población criticó el diseño de Adidas para la segunda equipación de la selección nacional de fútbol, y en Inglaterra, donde el rediseño de la Cruz de San Jorge en la equipación de Nike fue objeto de críticas incluso por parte del Primer Ministro.
Polémicas sobre cambios de logo de gobierno
Este caso en Portugal no es único en generar controversia en torno a cambios de imagen gubernamental.
Otros ejemplos destacados incluyen el rediseño del logotipo del Gobierno de Nueva Zelanda en 2022, que generó críticas por su costo y su supuesta falta de representatividad.
En España, el cambio de imagen del gobierno de la Comunidad de Madrid en 2023 también fue objeto de debate, ya que algunos sectores lo consideraron una maniobra de distracción política.
Además, en México, el rediseño del logotipo del gobierno federal en 2021 fue criticado por su aparente falta de originalidad y su costo elevado.
Estos casos muestran cómo los cambios visuales en el ámbito gubernamental pueden desencadenar discusiones sobre identidad, representación y gasto público.
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