Durante 2016, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) licitó obras por 100 mil millones de pesos para la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) a consorcios de hasta una docena de compañías constructoras, cuyas firmas son las encargadas de construir la infraestructura pública del país.
De acuerdo con autoridades aeroportuarias, el último contrato de licitación se ejecutará en agosto de este año, y la primera etapa del nuevo aeropuerto se inaugurará en octubre del 2020.
Compañías como Coconal, Cicsa, de Carlos Slim, e ICA (quien se supone estaba a un paso de ir a la quiebra), Prodemex, La Peninsular, Edificadora GIA, FCC Construcción, FCC Industrial e Infraestructuras Energéticas, entre otras, llevarán a cabo la obra más importante del nuevo aeropuerto: el edificio terminal, ya que presentaron la oferta más accesible, que fue de 84 mil 828 millones de pesos.
El valor de las marcas es incalculable, pues entre sus obras están carreteras federales, privadas, concesionadas, mantenimiento de las mismas, modernización, caminos alimentadores, puentes, túneles, presas, señalizaciones, es decir, obras millonarias que sin portar los nombres de sus compañías en las obras, son los que mueven los hilos de la construcción en el país.
Grupo Cicsa, del ingeniero Carlos Slim, pertenece al Grupo Carso, misma que tiene en su haber compañías de retail, energéticas, servicios, constructoras, entre las más importantes. La forma de operar de estos consorcios es la siguiente: participan en licitaciones públicas, presentan ofertas solventes y la más económica es elegida por las autoridades en turno, estatales, federales, dependencias, quienes a decidir un ganador proceden a entregar los anticipos para que los consorcios inicien obras. Los anticipos van desde el 30 hasta el 50 por ciento.
Estas marcas tienen diversas formas de generar ingresos, que es recuperar su inversión al concluir la obra con un porcentaje extra, o bien, participar por proyectos públicos vía Asociación Público Privada (APP) que es un proyecto de coinversión donde la compañía opera la obra por determinado número de años hasta recuperar su inversión, para después vender su activo y aumentar su presencia en otros mercados, o bien, ampliar su portafolio.
Autoridades confirmaron que en 2018 ya tendrán construidas las dos pistas de aterrizaje y despegue, la torre de control y el edificio terminal, e incluso prevén realizar vuelos, es decir, despegues y aterrizajes de pruebas antes de terminar el actual sexenio.