El deceso de Hugh Hefner, pionero del erotismo en las páginas de revistas impresas, generó opiniones encontradas como era de esperarse. Por un lado, surgieron las voces que lo tildaron de machista opresor del género femenino; por otro, quienes lo consideraban un libertador de la revolución sexual y visionario de los medios de comunicación.
Dejando a un lado el afán de definir si las acciones que implementó durante toda su vida fueron positivas o negativas para la sexualidad y la concepción del género femenino, es posible hacer un recuento del legado que Hefner dejó en las áreas de la industria editorial y la mercadotecnia, pues con su innegable visión innovadora logró consolidar una de las marcas más icónicas dentro de la industria del entretenimiento.
Para empezar, el aporte disruptor de Hefner se gestó a inicios de la década de los 50, época en la que una concepción de una sexualidad plena y libre resultaba impensable para una sociedad mayormente puritana. Aunque en la época ya existían algunas publicaciones pornográficas, la marca del conejito se distinguió por la calidad de sus fotografías y el tratamiento discreto que se le daba a los desnudos.
Quienes defienden su herencia progresista argumentan que el creador de Playboy no sólo se atrevió a desafiar los estrictos cánones que regían a mediados del siglo pasado, cuando presentó una publicación sofisticada que mostraba con total libertad a mujeres desnudas, sino además la revista se erigió como un producto con investigaciones y contenidos de alta calidad editorial, que no sólo apostaban por el buen periodismo, sino que eran un escaparate para la libertad sexual y la defensa de los derechos humanos, con una pertinente dosis de cuestionamiento y denuncia hacia los gobiernos estadounidenses en turno.
Lo destacable también es que el modelo Playboy pronto rebasó los límites de su área editorial y se convirtió en un extenso concepto mercadológico, cuya misión era una agresiva autopromoción desde su cuartel general (la mansión Playboy), con lo que paulatinamente el polémico ente creado por Hefner se fue convirtiendo en una de las marcas más reconocidas a nivel mundial.
Lo que es innegable es que existe un antes y un después de la aparición del primer número de Playboy, cuya portada era engalanada por una joven Marilyn Monroe. El parteaguas funcionó para cambiar la manera en la que la sociedad adoptó la libertad sexual y también para la industria editorial, que vio nacer una publicación que aunque manejaba un concepto que podía caer en la tentación de mostrar material vulgar, siempre optó por la calidad y el rigor periodístico.
Actualmente hay voces que indican que el imperio Playboy vive sus días contados, apagado por una competencia más explícita y con contenidos de baja producción. El fin del concepto será algo que sólo el tiempo definirá. Lo que sí es una realidad, son las enseñanzas que Hefner deja a esos empresarios interesados en incursionar en la industria de la comunicación: habla de lo que nadie quiere hablar y, sobre todo, crea una marca de ti mismo, donde el mundo te crea que predicas con el ejemplo.