Hace unos días tuve una experiencia que me evidenció cómo se pueden solucionar muchas cosas, como una calamidad doméstica, sin que sea necesario mover un dedo, o mejor, sólo moviendo los dedos sobre un teclado y conexión al infinito Internet. Una vivencia que me dejó perpleja, reflexionando que en realidad no calculamos pero hoy tenemos casi todo el conocimiento ´a la mano´, literal, el mundo a nuestros pies.
Pasaban los días y yo convencida de que la llegada del calor tenía extremadamente eufóricos a los moscos que se enfocaban en picarme por todos lados. Repelentes, naturales y no tan naturales, y cuando remedio casero se les ocurra (limones con clavos de olor comprados en el súper en la madrugada). Nada daba tregua a las innumerables ronchas en mi piel, especialmente en brazos y manos. Luego se convirtió en dermatitis, por supuesto sumada al insomnio y a los nervios y el genio de punta.
Una de esas noches aciagas de ronchas, caladryl y fracaso, finalmente descubrí la ´pequeña´ razón que me venía atormentando. Un insecto en mi cama. Antes de matarlo le tomé su respectiva foto con el celular para luego creer que ese bicho carmelito, como una mini cucaracha, sólo había aparecido en mis pesadillas. Lo interesante es que hasta ese momento no sabía qué era ni la dimensión de la tragedia que tenía bajo mi colchón.
Pero la reflexión va a que sólo tuve que guardar la calma y sentarme en el sofá un par de horas con el celular en la mano, para despejar dudas, saber, conocer, constatar, responder, entender y dimensionarlo todo. Comparé la foto del minúsculo personaje con fotos que busqué sobre insectos en casas, cuartos, camas, etc. Era en efecto una chinche. No las conocía ni las había oído nombrar jamás. Luego todo fue poniéndose en su lugar y supe no eran ciertas la dermatitis alérgica en reacción a alguna comida, como tampoco el hígado sobrecargado de toxinas ni el estrés manifestado en sarpullido en mi piel. Aunque seguro también padezco de todo eso.
Lo cierto y a lo que voy es que, sin mover un pie (ya no un dedo), investigué y aclaré mi tragedia doméstica y sanitaria, pero además mediante el chat de mi teléfono contacté al experto, despejé las dudas y al otro día ya estaba acá fumigando y todo solucionado. Ahora estoy comprando nuevo colchón por Internet… En pocas palabras, qué cómodos nos ha vuelto la tecnología.
¿Imaginan ustedes hace un siglo cómo hubiera hecho una persona común como yo para llegar al meollo del asunto y solucionar en medios de 6 horas una cosa así? Empezando porque no tendría más foto del bicho que el recuerdo en su mente, para luego preguntar a tientas quien sabe sobre el tema y… Parece una tontería, pero no lo es. Tener ese diminuto teclado en la mano nos da un poder y una capacidad inimaginables.
Si tan sólo no los malgastáramos enviando fotos y subiendo insignificancias a la red.