El Reino Unido ha sido hasta el momento el campeón en comunicar a las empresas si deben volver a los espacios de oficina. No obstante, cambia de opinión constantemente. Han recomendado el abandono sólo para pedir que se regrese a la oficina y de vuelta a las casas. No hay gobierno infalible durante el Covid-19. En otro extremo México ha sido uno de los países que se ha tomado el tiempo de publicar una ley para proteger a los empleados en casa, no importando que vaya en contra de todas las tendencias de empleo mundial y que el país se enfrente a la peor caída del PIB en la historia moderna. 

El Home Office puede ser una de las actividades más polarizadas de la historia, hay quienes la aman y otras la odian. En el Reino Unido 75 por ciento de los empleados está preocupado por el trayecto a la oficina y 34 de cada 100 siente que no podrá mantener la distancia adecuada una vez dentro de una oficina. El concepto de Home Office es mucho más eficiente tanto para empresas como empleados pero no es una solución total. Líderes de todas las industria comienzan a comprender que más que un regreso generalizado a horarios de oficina nos toparemos con un mundo fluido en el que cada persona podrá determinar las condiciones en las que cumple con sus objetivos laborales. El reto para las empresas es ajustar la realidad legal a las necesidades de la empresa y sus colaboradores. La evidencia sugiere que el personal se está dando cuenta de que al no asistir a un oficina también queda fuera de oportunidades de crecimiento. Según un estudio de LinkedIn encontró que los trabajadores han invertido más de 1.3 millones de horas en aprender nuevas habilidades durante el año pasado, un aumento del 153 por ciento en comparación con el año anterior. Las habilidades más populares que se están desarrollando incluyen el pensamiento estratégico, el desarrollo de la inteligencia emocional y la gestión del tiempo. 

El Home Office tiene ventajas importantes pero apenas comienza a tomar forma, no se trata de una computadora, escritorio y un par de audífonos. Esta forma de trabajo es particular para cada persona. El formato de trabajo moderno está basado en la ideas de eficiencia de la revolución industrial, no cabe duda que ha llegado el momento de cambiar. No obstante, no todos los trabajos funcionan bien en un formato de auto gestión, el home office funciona bien en las empresas en las que los KPI’s están claros y no se tiene miedo a tomar acciones coercitivas si alguien no cumple su trabajo. Esto no sucede en la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, el costo de implementar y dar seguimiento al desempeño de cada persona es demasiado alto. Los procesos y procedimientos de una empresa pequeña dependen de la supervisión directa de los dueños o ejecutivos de mayor confianza. Esto presenta un problema enorme, especialmente en países de América Latina en los que la ley otorga una liquidación en el despido. Es decir, hay un incentivo de corto plazo de no cumplir objetivos de largo plazo. La legislación vigente está diseñada para hacer que el Home Office fracase. 

Del freelance al job sharing

Países de la Unión Europea han comenzado a promover el Job Sharing o la atomización de empleos entre varias empresas. En México usualmente nos referimos a esto como un trabajo de tiempo parcial; sin embargo, el job sharing es más ambicioso y se parece más a Uber que a un trabajo de medio tiempo. La idea es que una persona no pierda el empleo nunca —por lo menos no totalmente—. Es muy pronto para saber si esta tendencia sea la solución al problema del desempleo mundial, en el Reino Unido Existe un informe del Instituto de Investigación de Políticas Públicas (IPPR) en agosto sugirió que el trabajo compartido podría ser un salvavidas para millones de empleados en riesgo de perder sus medios de vida como resultado de COVID-19 a medida que el esquema de licencia se agota. Según el instituto más de dos millones podrían salvar su empleo con el Job Sharing. Para varios países de América Latina el Job Sharing podría presentar un problema enorme ya que la legislación no permitiría este tipo de acomodos parciales. Es cierto que el gran perdedor podría ser el empleado que podría no recibir beneficios de seguridad social o que los impuestos o ahorro del retiro terminara por diluirse entre tres patrones; sin mencionar que sería difícil determinar quién es el verdadero empleador. Se trataría de una economía basada en freelances, tal vez Job Sharing suene más elegante pero la realidad es que la economía se llenaría de profesionistas independientes. 

Para las empresas el verdadero reto será lograr recuperar el camino al crecimiento después de un año de encierro. Los consumidores no son los mismos y hasta la bolsa de valores comienza a mostrar debilidad en lo que parece ser una burbuja de especulación con implicaciones que todavía no se comprenden. El empleo se restaurará lentamente pero no en la misma modalidad, el trabajo remoto y empleos parciales serán la nueva moneda de negociación más allá de bonos y sueldos. Las empresas deben acomodar estas realidades y no perder de vista que más que ventas, lo más valioso de una empresa es su capital humano.