La industria cinematográfica de los Estados Unidos es un motor de la economía del país. De 2012 a 2018 este sector logró en promedio una recaudación en taquilla de 10.3 mil millones de dólares, según datos de Statista. Hablamos de unos ingresos 12.5 por ciento superiores a los generados por el Cine mexicano, que logró una recaudación de 16 mil 810 millones de pesos en 2018, de acuerdo a Canacine.

No sólo eso, sino que Hollywood ha generado empleo para más de 3.5 millones de estadounidenses anualmente desde 2001, con un pico en 2017, en el que empleó a 4.3 millones de personas. Además de la recaudación en taquilla, cada año, la gala de los Óscar genera empleo para más de 7 mil personas y supone una derrama económica de más de 130 millones de dólares, principalmente en Los Ángeles.

La ceremonia de entrega de los premios de la Academia es uno de los acontecimientos cinematográficos y televisivos más importantes del año. Este evento ha logrado en la última década un promedio de 37.6 millones de espectadores, siendo 2014 el de mayor audiencia con 43.7 millones, gracias a Ellen DeGeneres, que nos dejó momentos inolvidables como el famoso ‘selfie’ con los actores del ‘front row’.

La premiación se convierte en un negocio muy rentable no sólo para la industria del cine, sino también para otros sectores como es la moda, joyería, estética, entrenamientos deportivos, asesoría de imagen, así como otros especialistas en tratamientos corporales, de la piel, nutricionales o dentales.

Al igual que sucede en otras alfombras rojas durante la conocida como “temporada de premios” como son los Golden Globes, los Screen Actors Guild Awards (SAG), los Grammy o los BAFTA, es el momento del año en el que se toman fotografías de un gran número de personalidades y sirve de escaparate para muchas marcas.

Entre los vestidos más caros de la historia que recorrieron los más de 150 metros de alfombra roja, se lleva la estatuilla el que vistió Jennifer Lawrence de Dior Alta Costura en la Gala de los Oscar 2012 con un costo equivalente a los 4 millones de dólares.

Se trataba de un vestido palabra de honor en color rosa palo con una falda muy voluminosa, el cual tomó más protagonismo de los esperado cuando la actriz cayó en la escalera del escenario al ir a recoger su premio como mejor actriz protagonista por su papel en la cinta Silver Linings Playbook.

De la misma casa de moda fue el modelo portado por Nicole Kidman en la gala de 1997, valorado en dos millones de dólares. Le siguen modelos más moderados en valor como el Armani Privé que llevó Cate Blanchett en 2007, valorado en 200 mil dólares y cubierto de cristales de Swarovski; o el vestido diseñado por Calvin Klein que llevó Lupita Nyong’o en la Gala de los Oscar 2015, estimado en 150 mil dólares.

La pregunta es si estos eventos tienen realmente un impacto en la industria de la moda. Dado el alto interés mediático que generan, cada uno de los outfits que desfilan por las alfombras son sometidos a un escrutinio exhaustivo por parte de los medios de comunicación y expertos en imagen y diseño.

Por lo tanto, puede ser considerado como un escaparate fabuloso para un diseñador, pero al mismo tiempo, puede ser un arma destructiva, si tiene una mala crítica. Lo que sí es cierto, es que el valor que tiene el que una actriz de renombre porte el diseño en ese momento es incalculable.

Además, muchas casas de moda se inspiraron en diseños de vestuario que fueron premiados en la Gala. Entre las películas que inspiraron a los grandes de la moda por su creatividad y asertividad de vestuario destacan por ejemplo Pantera Negra, Lo que el viento se llevó, Mary Poppins, My fair lady con la inigualable Audrey Hepburn; El Padrino, Braveheart o Titanic.

Este domingo 9 de febrero tenemos una cita con la 92 edición de los Oscar y esperemos que las propuestas de moda sean una inspiración para el sector de la moda mundial como cada año.