En el siglo pasado, los hogares inteligentes eran el sueño de muchos. Una casa que respondiera a nuestras órdenes, tal como se veía en el comic de Los Supersónicos. Encender y apagar luces de forma automática, microondas que hiciera las comidas del día, cerraduras con reconocimiento de voz, videollamadas, en fin, montones de ideas de lo que sería un hogar moderno y perfecto.
Con la llegada de internet, se abrió un mundo de posibilidades para convertir una buena parte de esas fantasías en realidad y terminando la segunda década del siglo XXI, ese tipo de hogares ya existen y son inteligentes.
Los hogares se consideran “inteligentes” cuando cuentan con sistemas automatizados que permiten controlar las diversas funciones u operaciones relacionadas con la seguridad, elementos multimedia, el clima interno del espacio, etc., de una manera cómoda y con mucha sofisticación. Es decir, utilizan tecnología domótica, esa que permite programar y hacer que de forma automática se ejecuten los sistemas de la casa.
El control de los sistemas se puede realizar a través de un teléfono inteligente con el software adecuado, por lo que se considera una gran ventaja y enorme comodidad. Además, el control automático de todos los sistemas del hogar puede traducirse en ahorro energético y reducción de riesgo. Por otro lado, el sistema de domótica es ideal para personas con discapacidades que por su condición no podrían realizar algunas funciones o acciones sin la ayuda del sistema automatizado.
Pero ¿todo es ventaja?
No se discute los múltiples beneficios que poseen las casas inteligentes, pero uno de los aspectos que generan más temor e incertidumbre, es con respecto a la pérdida de la privacidad. Los dispositivos se conectan a internet para gran parte de sus funciones diarias, esta conexión puede rastrearse fácilmente mediante el Geoposicionamiento IP. Además, los dispositivos registran y guardan en sus memorias, o en la nube, todo lo que registran dentro de la casa para dar respuesta a las solicitudes de los usuarios, y la versatilidad del internet y habilidades de informáticos de sombrero negro, se pueden constituir en un verdadero riesgo.
Algunos expertos en seguridad digital señalan que los sistemas pueden presentar fallas en sus diseños, dejando expuestas sus claves y acceso a la configuración de los mismos, haciéndolos atractivos para posible hackeos y posterior delitos contra la propiedad. En consecuencia, el fallo de sistema se convierte en un problema de seguridad.
Se han reportado casos en que los centros de control de los hogares han sido vulnerables a ataques, alterando, la iluminación, calefacción suministro de electricidad o cierre de puertas. En estos casos, las familias pierden el control de sus casas y son víctimas de robos de información, objetos de valor y hasta secuestro.
Otro factor es el alto costo de instalación y mantenimiento. A pesar de la velocidad con la que evolucionan las tecnologías, el ciudadano común aun no logra acoplarse a ese ritmo, le cuesta comprender totalmente la funcionalidad de estos sistemas y el tipo y regularidad del mantenimiento que necesitan para que no fallen. A esto se le suma la potencial obsolescencia del software con el que se maneja, requiriendo actualizaciones periódicas.
También hay que evaluar los costos de adquisición de estos equipos. Si valen la pena y tu estilo de vida lo demanda, puedes hacer la inversión para adquirir aquellos que verdaderamente son requeridos ya sea por tu trabajo o dinámica familiar, pero tomando las previsiones necesarias.
¿Cómo actuar?
Es importante conocer y entender los riesgos que estas tecnologías traen consigo. La incorporación de tecnología en la funcionalidad del hogar o IoT (internet de las cosas, por sus siglas en inglés), expone a los integrantes de la familia. Por esa razón hay que documentarse sobre el equipo adquirido, cuáles son sus ventajas, capacidad y vulnerabilidad.
Las medidas que inicialmente puede tomar un usuario son más sencillas de lo que imaginas. Para estos casos, podemos:
- Cambiar la clave de los dispositivos y el wifi regularmente por una más robusta y única.
- Deshabilitar las funciones y características que no vayan a utilizar, como la cámara o micrófono
- Revisar periódicamente la configuración de seguridad y si el sistema remoto no es requerido, deshabilitarlo
- Actualizar software y aplicaciones asociadas a tus dispositivos
- Desactivar la conectividad del equipo si no se va a utilizar o no es requerida para el funcionamiento del equipo.
- Utilizar un router VPN para encriptar todas las comunicaciones hacia internet.
- Reducir al mínimo el ingreso a estos dispositivos a través de computadoras fuera de casa.
- Evitar ingresar a páginas no confiables que te solicitan datos. A través de ellas pueden acceder a tus dispositivos de control.
- Usar filtros MAC para establecer cuales equipos y cuales no pueden conectarse a tu red
- Mantener actualizado el software de tus dispositivos y nunca deshabilitar el sistema de seguridad aun cuando creas que está funcionando mal.
A pesar las potenciales dificultades que vienen asociadas a este estilo de vida, la demanda de más hogares inteligentes no para de crecer, así que se trata un negocio en auge y de crecimiento continuo, y la economía no favorece la seguridad.
En este sentido los fabricantes se deben involucrar, ofreciendo un mínimo de garantías a través de certificados de seguridad fidedignos, en donde se autentique la calidad y desempeño de los equipos, bajo los estándares de calidad existentes durante las distintas etapas de su diseño y construcción. Nada es más importante que la seguridad y todos deben ser partícipes de ella.
