Un día de tantos, desesperado del asedio inquisitivo y opresor del medio digital, el aspirante a fantasma decidió quitarse la vida pública por vía de cometer un suicidio cibernético. Después de haber estado despierto toda la noche, inquieto y retorciéndose entre las sábanas había puesto a punto una idea que le arrancara el sueño analizando la forma de ponerla en práctica.
Por la mañana… su decisión estaba firmemente plantada en su corteza frontal. Ya nada le importaba. Su nueva obsesión era desaparecer del Internet y todo lo que ello implicaba pero… ¿Cómo hacerlo?.
Para jalar hebra, marcó su celular buscando un amigo el cual, después de intentar disuadirlo, le refirió a otro conocido que, cansado a su vez de intentar prevenirle de los peligros, le proporcionó una dirección asociada a un misterioso individuo especialista en el tema, conocido con el mote de: “Doctor Muerte Social”.
“Desaparecer no es nada fácil” -mencionó el enigmático Dr. Muerte ocultando su verdadero nombre- cuando el aspirante a fantasma le expusiera el caso.
“Me imagino” -continuó éste que tampoco había dado el suyo- pero estoy verdaderamente desesperado. Mi vida es una vidriera de tienda departamental -agregó atormentado-. He sobre-utilizado mi imagen. Mi nombre brinca por todos los indebidos lados y con pésimas referencias. En las redes se me menciona participando en eventos que ni siquiera recuerdo haber estado. Mis imágenes andan en cualquier muro, en cualquier twit. Las cuentas y direcciones de correo, en manos de vendedores sin escrúpulos venidos de Ucrania, Rusia y vaya usted a saber. ¡Por Dios!… ando en “pantalla” de todo mundo. Perdí mi vida privada y prefiero morirme socialmente.
El Doctor, que le observaba asintiendo con la cabeza mencionó: “Es un proceso largo y complejo. ¿Está usted dispuesto a llevarlo a cabo?”.
“Sin lugar a dudas” -contesto presto el esperanzado aspirante a difunto social.
“Muy bien, pero primero le tengo que explicar a que se sometería. Para que usted decida sí desea proseguir. Quiero insistir que, mucho de lo que hará, si decide continuar, no puede ser revertido. La información se perderá irremediablemente. Puede suceder que personas que le amen y que usted anhele ver, no le encontrarán ya más. Se convertirá en ‘un fantasma’. ¿Lo comprende?”.
“Sí -afirmó categórico el ilusionado aspirante impaciente con la lentitud del Dr. Muerte y sus advertencias- ¿Cuándo podemos empezar”.
“Vayamos como el descuartizador -mencionó con ironía- por partes”. Sacó éste una libretita, de esas que usan los galenos para hacer prescripciones y mirando al aspirante continuó.
“Usted tendría que llevar al cabo una fuertísima desintoxicación -y entregándole una lista le solicitó- léala para mí en voz alta por favor, necesito saber sí no tiene dudas y está de acuerdo en el proceso”
El aspirante a fantasma leyó:
1.Proceda a generar una cuenta de correo gratuita con un nombre neutro y plano desde una terminal que esté fuera de su ISP. No haga nada con ella, sólo ábrala.
2.Compre un teléfono anónimo del supermercado y contrate un buzón en una oficina de correos. Estos elementos le servirán para contratar posteriormente servicios indispensables de los cuales no se podrá divorciar.
3.Una vez hecho esto, proceda a eliminarse de: Facebook, Twitter, YouTube, LinkedIn, Flickr, StumbleUpon, Crowdbooster, SocialFlow, Bitly, Everypost, MySpace, PayPal, SproutSocial, Buffer, Spredfast, Tweepi, SocialOomph, eBay, (y cualquier sitio de subastas en cualquier país) y/o cualquier sitio que no haya mencionado al cual se encuentre usted asociado.