¿Es posible volver a esos tiempos donde no nos pasábamos esclavizados a una pantalla? se pregunta el periodista británico-suizo Johann Hari en su libro “El valor de la atención”, y cada vez somos más los que como él nos preguntamos lo mismo. Según el autor, nos están robando el foco. Y no se equivoca.

El celular prácticamente regula nuestra vida. Nos bombardean con tanta publicidad que naturalizamos comprar cosas que no necesitamos. Nos guardamos en nuestra lista de Netflix series que nunca llegamos a ver. Nos suscribimos a decenas de newsletters que luego no leemos y si lo hacemos nunca alcanzamos a digerir toda esa información. 

Pero ¿por qué nos cuesta tanto mantener la concentración en algo aunque sea por unos pocos segundos? Es que tenemos tantos frentes abiertos y todo pasa tan rápido, que no llegamos a estar al día con todo. 

El profesor español Enric Puig Punyet dijo, hace unos años, que Internet busca que estemos permanentemente conectados. Para él, si bien hoy es más rápido acceder a la información, no llegamos a procesarla y mucho menos a contrastarla. 

La sobrecomunicación en la que vivimos nos hace sentir en constante demanda de atención y tiempo, generando una ansiedad que agobia e incluso lleva a una mala gestión de la incertidumbre. Aprendemos a vivir siempre preocupados y estresados por todos esos frentes abiertos en el off que se extienden en el on, cosa que se agudizó en la pandemia y se mantiene a día de hoy. El home office es un gran ejemplo.

Esta incompatibilidad entre bombardeo constante de información y estímulos a través de Internet y las redes sociales versus la imperante necesidad de desconección y bienestar, está llevando a las personas a alejarse de la navegación sin sentido y buscar una experiencia digital más intencionada y orientada a un propósito. 

La tendencia se hace cada vez más fuerte y si bien no estamos ante una sociedad en la que prime la desconexión (¿sucederá algún día?) nos encontramos frente a una que busca un nivel de conexión más healthy y equilibrado. Ustedes, ¿de qué lado están?