• Se estima que alrededor del 70 por ciento de los atletas registrados para los Juegos Olímpicos ya han pasado los requisitos para participar

• Varios ciudadanos han declarado públicamente su oposición al evento internacional deportivo, a pesar que no traerá a audiencias extranjeras

• De todas formas, es posible que se registren infecciones entre la población local, así como entre los atletas que viajen de otros países

A 78 días de distancia, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 están generando cada vez más molestia entre los ciudadanos de Japón. De acuerdo con Reuters, un creciente número de personas en el país asiático parecen estar opuestas a la celebración del evento. Esto, a raíz del creciente número de infecciones por COVID-19 que se han registrado en los últimos días. De hecho, más de la mitad de la población apoya que se pospongan o solo que se cancelen.

Una encuesta por el Yomiuri Simbun Daily apunta que el 59 por ciento de las personas en Japón quieren que los Juegos Olímpicos se cancelen. Solo 39 por ciento quiere que el evento siga adelante. TBS News hizo un sondeo similar, donde encontró que hasta 65 por ciento de las personas en el país quieren que se retrase de nuevo o se suspenda. A pesar de esto, el Comité Olímpico Internacional (COI) parece decidido a seguir adelante con la celebración.

Mark Adams, vocero de la organización, aseguró que tanto Japón como Tokio entienden los riesgos y están avanzando con la celebración de los Juegos Olímpicos con mucha cautela. Sin embargo, afirmó que “habrá altas y bajas. Debemos preocuparnos por la opinión pública en el largo plazo. Como están las cosas ahora, seguiremos adelante. Cuando los Juegos ocurran, la gente de Japón se sentirá orgullosa de haber sido anfitriona de un evento realmente histórico”.

La situación de Japón

El enojo de la población nipona es entendible, considerando cómo ha ido empeorando la situación de la COVID-19 en los últimos días. De acuerdo con NHK, para inicios de la semana se acababa de cumplir un récord histórico de casos graves de infección en Japón, con mil 176 nuevos pacientes internados en un solo día. Declaraciones de emergencia en varias ciudades, incluyendo la sede de los Juegos Olímpicos, continuarán vigentes hasta finales de este mes.

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A eso se debe sumar que, al contrario de Europa y Estados Unidos (EEUU), la vacunación en Japón está avanzando de una forma demasiado lenta. De acuerdo con Forbes, apenas el dos por ciento de la población nacional está protegida contra la COVID-19. Peor aún, es posible que no se pueda extender mucho más la cobertura antes de los Juegos Olímpicos. Esto, pues el país tiene de las tasas más altas de reticencia y duda hacia la eficacia de estos fármacos.

Irónicamente, la situación de la COVID-19 en Japón es tan grave que incluso los organizadores de los Juegos Olímpicos están evadiendo entrar al país para finalizar los últimos detalles. De acuerdo con ESPN, el lunes el líder del COI, Thomas Bach, canceló su viaje a Tokio a raíz de la creciente ola de casos. El directivo y su equipo reafirmaron que viajaría al país asiático lo antes posible. Sin embargo, no han dado una fecha clara de cuándo podría presentarse en el evento.

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¿Se cancelarán los Juegos Olímpicos?

La pregunta importante es, ¿hay alguna posibilidad que el COI o las autoridades de Japón cedan a la presión de la ciudadanía y cancelen los Juegos Olímpicos? Probablemente no, por varias razones. Casi al mismo tiempo que se reveló que no se aceptaría público extranjero en el evento, también se reveló qué tanto habían crecido los costos de organización. En total, se habían gastado 15 mil 400 millones de dólares (mdd), 22 por ciento arriba de lo proyectado.

Pero la razón más importante por la que los Juegos Olímpicos seguirán adelante, sí o sí, es que el COI así lo prometió en el pasado. En abril del año pasado, aseguraron que posponer la edición 2020 para celebrarse en 2021 era una decisión extraordinaria que no se repetiría. Es decir, o se llevarían a cabo en 2021 o se cancelarían definitivamente hasta 2024. Considerando el costo para Japón y la ira de los anunciantes, faltaría una catástrofe para seguir ese camino.