Trabajar más horas que los demás no es equivalente a que una persona sea más productiva para una compañía, por ello, ser adicto al trabajo no es sinónimo de ser más profesional que los demás.
De hecho, un workaholic en ocasiones resulta un mal elemento para las empresas. El ideal de las compañías es un elemento parecido, una persona que si bien trabaja más horas de las establecidas en su horario, lo hace porque realmente le gusta.
El término happyshifter es el que define al profesional que ama su trabajo y por ello dedica más tiempo, porque realmente le satisface hacerlo, sin intención económica extra, aunque generalmente son recompensados por su excelsa labor, ya sea de forma económica o con estímulos extra.
En contraste, el workaholic es adicto a trabajar, pasa casi todo el día laborando, pero ve esta parte de su vida como algo negativo, como un obstáculo para estar con su familia o realizar actividades que sí le agradan.
Si bien las compañías buscan profesionales comprometidos que estén dispuestos a dar más cada vez, el workaholic da de plus su tiempo, pero no necesariamente aporta de más, mientras que el happyshifter es un elemento que beneficia a la empresa, más aún, indispensable.
Ser feliz en el trabajo cada vez es más indispensable para los profesionales, pues recordemos que 6 de cada 10 trabajadores prefiere esto que un sueldo mayor, según datos de Adecco.
De hecho, una generación que refleja a la perfección la creciente tendencia son los llamados Muppies, con características muy similares, pero que abarcan sólo el rango de los 25 a 35 años de edad.
A diferencia de la Generación Millennial, los Muppies no tienen problema con las oficinas o las reglas, por el contrario, priorizan la experiencia profesional, más aún, puede ser con o sin salario y no se conforman con un ámbito, sino que enriquecen su contacto con diferentes áreas, buscan el conocimiento, que para ellos, no tiene precio.
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