Santiago, Chile.- Cada vez es más usual que hijos y familia se separen geográficamente, ya sea para estudiar, trabajar o perseguir sus sueños en algún lugar lejano. En principio puede ser difícil para los que quedan en tierra, pero gracias a la tecnología, lo que hace décadas parecía de ciencia ficción, es una realidad habitual por medio de aplicaciones como WhatsApp: conectividad inmediata con los viajeros en cualquier parte del mundo.
Y la aplicación no sólo ha traído cercanía entre los que viajan, también ha generado nuevas formas de comunicación para diversos grupos que, de no existir la plataforma, sabrían mucho menos de cada uno. Equipos de trabajo, primos, amigos, compañeros de colegio se encuentran haciendo sobremesas virtuales conectados por la App. Si bien no todo es color de rosa – sí, existe una adicción que puede generar incluso rupturas en relaciones amorosas, a decir por las últimas investigaciones- para cualquier ser humano que necesita el afecto de sus seres queridos, el sistema puede ser un aliado maravilloso. Y las estadísticas lo confirman.
No hace mucho, The Wall Street Journal publicó las cifras entregadas por la compañía en las que se señaló que cada mes hay más de 250 millones de usuarios activos.
La misma empresa ha revelado que el tráfico sigue aumentando y que ya el 13 de junio pasado los mensajes superaron los 27 mil millones en 24 horas. Es que el silbido o el click que se escucha cada vez que llega un mensaje, más la imagen del globo verde en la pantalla del teléfono genera, en la mayoría de los usuarios, una rara expectación porque sabe que, tras esas señales, se puede esconder un mundo afectivo más amplio que el que vive a diario. Sí, de ciencia ficción.
Un reciente estudio de los analistas de Informa indica que a fines de este año, el tráfico de los sistemas nuevos de mensajería doblará a los textos tradicionales de SMS, llegando alrededor de los 41 mil millones de mensajes enviados diariamente. Y seguirá aumentando gracias al gran acierto de Brian Acton y Jan Koum que insisten en precios mínimos anuales (menos de un dólar) y la emotividad de quienes hemos caído en las redes de la aplicación y que además contamos con Skype, Viber, WeChat y otros que nos acercan al mundo real por medio de lo virtual.