Valuar una marca, descifrar el valor monetario, concluir con un signo de pesos acompañado de un dato numérico. Tiene poco que ver con la historia de la marca, la mejor experiencia para un valuador de activos intangibles, es, sin duda, escuchar en voz de los creadores la historia de los “cómos”, el ansioso “érase una vez” desprende de la formalidad, en muchos casos solemne de las oficinas de la dirección, en tan solo 30 minutos o menos, el valuador se dedica a realizar las preguntas correctas y en todos los casos desencadenar la numerología, debo decir que las mejores historias de esta actividad las hemos escuchado en estas entrevistas. Uno de nuestros objetivos es en efecto lograr en esa media hora, el dibujo genealógico de la marca dentro de la organización, y a través de este diálogo crear el mapa que nos ayude a entender la antropología de una marca.
Una expedición punitiva como la del Quijote. Una locura sin límites, cuántas páginas narrando la distorsión de un caballero que no era caballero, de un soldado que no era soldado, de un poeta que tampoco lo era. La marca del Quijote ha perdurado por sus dichos, por la emprenda imposible, e incluso por lo permisivo del narrador y lograr de la locura un estilo de ser y pensar, estilo, que de algún modo u otro de vez en vez estamos dispuestos a emular aunque sea por lapsos. Una característica de los directores en las organizaciones es por supuesto, esta especie de “desviación” de lo tradicional en el cómo enfrentan cada decisión, “la soledad del director” que el profesor Carlos Llano utiliza como estribillo permanente en sus textos.
Desde cuál butaca eliges mirar, si bien es cierto la “realidad” o lo “verdadero” podrían ser los únicos propósitos de la reflexión. Una de las críticas que se hace a la filosofía es precisamente, si esta es capaz de plantearse preguntas para las que no se tiene respuesta. Un ciclo que podemos observar sin profundizar en los diálogos tradicionales de la literatura; en cualquier conversación se identifican estos matices de control y posesión de la “razón”, un estirar las fibras desde una postura y otra en las que solo resta aguardar el lado que sufrirá el desgarramiento por hastío de una de las posturas.
El pretexto de la marca, se podría figurar como uno de los posibles espejos de lo verdadero, solo que, este no es para nada un espejo de una sola arista; imaginemos caminar por uno de esos pasajes tradicionales de las ferias, sí, en una casa de los espejos, la marca de modo natural respecto de su intangibilidad elige cómo aparecer en cada una de las vistas, esta imperfección entre la proyección y lo que creemos real, es en similitud al mercado, el contraste de lo que conocemos como percepción de marca, cada cliente o prospecto tendrá una concepción de nuestra marca tan cercana y distante a la pretendida por la organización que por momentos nos distrae del propósito.
Citar al Quijote resulta inevitable, creo de manera inconsciente lo hacemos a diario, y, en este sentido la pertinencia de comparar su expedición con cada proyecto en el que nos toca participar es fuente de muchas de las mejores historias que desgraciadamente se relatan y conocen poco dentro de las mismas organizaciones.