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La influenza aviar ha generado miles de muertes de animales, disminución de oferta, aumento de costos y un mayor requerimiento de capital humano en el sector avícola.
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Aunque la Senasica llegue a resolver los brotes en México, la inversión tendría que centrarse en promover una cultura de prevención y sanidad animal entre los avicultores.
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Hasta ahora, aunque el programa anti inflación de AMLO pareciera detener el crecimiento de los precios de los productos avícolas, el sector de alimentos ya ha recibido el impacto.
En la alimentación mexicana el consumo de productos avícolas es de gran importancia. Hasta 2019, en México se registró un consumo de 28.59 kg per cápita y 33.12kg por habitante, indica la Unión Nacional de Avicultores (UNA); no obstante, los brotes de gripe o influenza aviar en el país se encuentran presentes desde 1993 y su aparición impacta al sector y a los consumidores en el aumento de precios, costos de producción, disminución de oferta y en el capital humano contratado.
En mayo de 1994, se confirmó la influenza Aviar H5N2 en México y, el mismo año, ocasionó pérdidas por millones de dólares. Fue hasta junio de 2012 cuando se identificó un nuevo subtipo: el AH7N3 en aves de postura comercial de la zona de Jalisco, según el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).
Desde ese momento y hasta 2019, el virus que se transmite por contacto directo entre aves infectadas se ha registrado con mayor frecuencia en los estados de Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Puebla, Aguascalientes, Puebla, Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala y Oaxaca.
De hecho, el último brote de influenza aviar fue registrado por el Senasica en abril de 2019 y se erradicó en enero de 2020, antes de la pandemia de Covid-19. Actualmente, la influenza aviar se controla con acciones de vigilancia por parte de autoridades y se identifica su existencia con signología leve o en su forma grave, es decir, desde una reducción de producción de huevos hasta postración, caída repentina de reproducción, producción sin cáscara, tos, estornudos, nerviosismo y, en su caso extremo, la muerte de las aves.
Consumo de pollo, huevo y pavo, la parte de la industria avícola más dinámica del país
De acuerdo con la UNA, la producción avícola es la actividad ganadera más dinámica del país y posiciona a la nación en el sexto lugar de producción de pollo a nivel internacional. El 63.3 por ciento de la producción (6 de cada 10 kg) lo ocupan alimentos como el pollo, huevo y pavo.
Se estima que esta actividad ha generado en un millón 288 mi empleos: un millón 73 mil indirectos y 215 mil directos para 2020. A nivel nacional, la parvada de aves se conformó por 163.3 millones de gallinas ponedoras, 310 millones de pollos y 459 mil pavos al ciclo. Con ello, se produjeron 3 millones 550 mil toneladas de carne de pollo en 2020.
Los estados con mayor producción fueron Veracruz, Aguascalientes, Querétaro, La Laguna (Coahuila y Durango), Jalisco, Puebla, Chiapas y Guanajuato. La tasa de crecimiento de la industria media anual de 2009 a 2019 fue de 1.81 por ciento, lo que indica que la industria crece año con año.
La producción de huevo fresco en México ocupa el primer lugar en consumo per cápita a nivel mundial: “el huevo sigue siendo la principal proteína en la base piramidal de la sociedad mexicana”, apunta Humberto Martínez, Director de Grupo Rosmar.
Afectaciones de la gripe aviar al consumo de pollo, huevo y pavo en México
En mayo del presente año, el Senasica reportó un brote de influenza aviar en Coahuila y Durango y los resultados fueron catastróficos, a los 15 días de la expansión de la enfermedad se registraron: 731 mil 081 aves sacrificadas, lo que representa 44 de las 242 unidades inspeccionadas, es decir, 18.18 por ciento.
La consecuencia directa, desde la perspectiva de Humberto Martínez, Director de Grupo Rosmar, es la disminución de la oferta de huevo y pollo en el mercado.
“El brote ha causado la muerte de millones de aves y en el mercado encarecen los precios de los productos (pollo y huevo), los cuales están en la canasta básica y en la mesa de cualquier mexicano. Además, con la disminución de la oferta se tiene que traer producto de otros países y se pierden fuentes de empleo”, puntualizó.
No obstante, aunque existen grandes riesgos de encarecimiento de la industria, el Talón de Aquiles de los brotes de influenza aviar se encuentra en no enfermar al consumidor. Por ello, los productores tienen que reportar al Senasica la muerte de aves en la región y de manera inmediata la Dirección General de Salud Animal determinará un posible virus.
Con la resolución, las autoridades ponen en marcha un operativo de emergencia, contienen el brote, desinfectan el área y supervisan que los productos y subproductos contaminados no salgan de las granjas.
Bajo ese protocolo de actuación, por ejemplo, con el brote de influenza en Coahuila y Durango la Comisión México-Estados Unidos para la Prevención de la Fiebre Aftosa y otras Enfermedades Exóticas de los Animales (CPA) del Senasica activó medidas de emergencia que siguen estando presentes.
De acuerdo con el Director de Grupo Rosmar, las autoridades deberían de estar poniendo más atención a la sanidad de las unidades y, con estrategias de bioseguridad, prever que las acciones a realizar no sean reactivas sino preventivas. “Hay empresas notables en México que siguen estrategias de bioseguridad con resultados positivos, el reto es que no es generalizado y puede afectar al consumidor final”
Cultura de prevención con sanidad frente a vacunas para gripe aviar
Los desabastos de productos agrícolas se pueden prevenir con la aplicación de sistemas de bioseguridad y sanidad animal; ello, con el objeto de “mantener mejores precios, fuentes de empleo y generar una mayor industria avícola fuerte en el país”.
Desde la visión de expertos de la industria la aplicación de las vacunas para evitar la influenza aviar es una reacción de la industria que justifica las condiciones en las que se encuentran las aves.
Como resultado, los avicultores pagan millones de pesos para resolver los brotes y crisis, pero tarde o temprano los resultados de la mala gestión se reflejan en los precios, por ejemplo, en mayo de 2022, cuando el pollo alcanzó su precio más alto en dos décadas por el aumento de los costos de producción (combustibles y luz) y por un brote de influenza aviar en Estados Unidos.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM), el precio del pollo osciló los 63,64 y 63,41 pesos pesos por kilogramo.
Y aunque pueda aumentar el precio por las condiciones en que la industria avícola se encuentra operando, una realidad es que el pollo se incluyó en el Paquete Contra la Inflación y Carestía (PACIC), impulsado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con el fin de “controlar” la inflación, ya que se trata de un producto primario para los mexicanos. Sin embargo, a decir de Humberto Martínez, Director de Grupo Rosmar, el impacto económico se verá mayormente reflejado en la población más vulnerable.
