Para nadie es extraño que a partir de la llegada de Liberty Media al escenario de la máxima categoría en 2016, cuyos derechos compró al célebre hoy exjefe de la F1, el inglés Bernie Ecclestone por 4 mil 400 millones de dólares, que conquistar el territorio de los Estados Unidos desde el punto de vista del sports marketing era y es, el gran objetivo. Lo que comenzó con fría y caótica noche de viernes en el desierto de Nevada, terminó con un fin de semana que elevó aún más el nivel de la máxima categoría. Liberty Media comenzó para sí misma hace siete años su “sueño americano”, agregando al calendario de la F1, que en 2024 tendrá 24 fechas, dos citas adicionales a suelo estadounidense al GP de Austin en Texas: Miami y Las Vegas. Este último vivió una nueva edición, pues ya tuvo lugar en 1981 y 1982 en el inmenso estacionamiento del Hotel Caesar’s Palace.
La madrugada del viernes en la Fórmula 1 fue un desastre, con una jornada interrumpida en su práctica 1 que sólo duró nueve minutos, debido a que una de las alcantarillas del circuito callejero de 6.2 kilómetros que atraviesan el famoso Strip no estaba plenamente asegurada al asfalto, golpeando una de ellas al Ferrari de Carlos Sáinz, comprometiendo la seguridad de los pilotos. El saldo para el equipo italiano fue de dos millones de dólares en reparaciones. Ante esto, la práctica 2 tuvo que ser aplazada por más de dos horas y ya con las gradas cerradas al público y desalojadas por la policía.
La F1 invirtió más de 500 millones de dólares en el evento, comprando hasta un terreno para construir una instalación permanente de pits y paddock. Además, consiguió que su circuito urbano incluyera una parte de 2 kilómetros del Strip, que el ayuntamiento concedió y el que también invirtió en asfaltado unos 40 millones de dólares, dinero de los contribuyentes. El bloqueo al paso público peatonal de esta zona molestó sobre manera a los turistas, pues impedía el paso a las célebres fuentes del Hotel Bellagio o al volcán del Mirage, sumándose al alud de inconformidades de los habitantes por los cierres al tránsito.
A lo anterior, hay que sumar lo que también los propios equipos de F1 invirtieron en sus áreas de hospitalidad. Tan sólo Mercedes, a decir de su director Toto Wolff mencionó una inversión de 15 millones de dólares en su hospitality, en donde buscaba recibir a casi mil personas: “La mayor activación que jamás hayamos tenido”, subrayó Wolff.
Dos semanas antes el Gran Premio de Las Vegas comenzó a desinflarse en asistencia por lo caro de sus tickets. El marketplace para boletos de eventos Tickpick reportó que el costo de las entradas se desplomó un 35% y en algunas tribunas hasta 60% ubicándolas en su valor real de mercado. Pero en contraste y a pesar de tener un horario de inicio de madrugada, atrajo una gran audiencia televisiva. Según ESPN, su transmisión tuvo un promedio de 1,3 millones de espectadores, lo que es la tercera mayor audiencia de F1 de la temporada por cable y la sexta más relevante en sus plataformas. Para la cadena, 2023 está en camino de ser la segunda más vista en la televisión estadounidense con un promedio de 1.12 millones de espectadores.
Para la ciudad, de acuerdo a Steve Hill, presidente y director ejecutivo de la Autoridad de Visitantes y Convenciones de Las Vegas, gracias al impacto de la Fórmula 1 “será el mejor noviembre de la historia”. Un dato al respecto: en el complejo hotelero Wynn, el total de propinas en juegos de mesa rompió récords para los repartidores de cartas, con las más altas en sus 18 años; cada uno se llevó a casa más de 2 mil dólares de lo normal por noche durante el fin de semana.
Al Gran Premio de Las Vegas grandes marcas dedicaron su presupuesto de marketing, teniendo como patrocinador principal a Heineken (incluido el naming para su submarca Heineken Silver), además de Caesar Rewards, MGM Rewards, Wynn Las Vegas, Visit Las Vegas, American Express, Red Bull, Resorts World Las Vegas, Tequila Volcan de la Tierra, The Venetian Resort, T-Mobile, Sphere, Hard Rock y Google Chrome.
No hay duda en que Liberty Media apostó demasiado alto por la capital del juego y al parecer ganó elevando los estándares de los eventos de F1 alrededor del mundo: circuitos que atraviesen grandes ciudades mostrándolas al mundo, viernes y sábado de grandes espectáculos (conciertos en vivo con figuras globales transmitidos a todo el mundo a través de sus propias plataformas), y una carrera emocionante de dos horas (choques, banderas amarillas y reinicios), con un “Checo” Pérez incluido.
Todo tiene un precio, no por nada las utilidades de Liberty Media en el primer trimestre del año eran del 33% y a principios de noviembre ya habían pasado al 19%.