La presencia de Airbnb en Europa ha tenido un impacto considerable en la economía local y regional. Ha permitido a muchos propietarios generar ingresos adicionales al alquilar habitaciones o viviendas completas, lo cual ha sido particularmente beneficioso en ciudades turísticas.
Sin embargo, la plataforma también ha aumentado la competencia para los hoteles tradicionales, obligando a estos a adaptarse, ajustar precios y mejorar sus servicios para mantenerse competitivos. A pesar de los beneficios económicos que genera, Airbnb ha sido objeto de críticas debido a su impacto en el mercado de alquiler tradicional. En algunas ciudades, la preferencia de los propietarios por alquilar a corto plazo a través de la plataforma ha reducido la oferta de viviendas disponibles para arrendamientos a largo plazo, lo que ha elevado los precios de alquiler y ha generado tensiones sociales. Además, la expansión del alquiler turístico ha sido vinculada con fenómenos como la gentrificación, especialmente en barrios de alto interés turístico, por ello varias ciudades han implementado medidas para contrarrestar las contrariedades.
En ciudades como Barcelona, París y Berlín, se han introducido leyes que limitan el número de días que una propiedad puede ser alquilada o que requieren licencias específicas para los anfitriones, buscando mitigar efectos indeseados como la elevación de precios y la escasez de viviendas asequibles.
Número de alojamientos Airbnb en Europa
Lisboa y París destacan por su alta proporción de alojamientos de Airbnb en relación con su población: ambas superan las 45 propiedades por cada 1,000 habitantes. En términos absolutos, De hecho, Lisboa cuenta con aproximadamente 24,000 alojamientos, mientras que París alcanza los 90,000. No obstante, según el registro oficial, a principios de año había más de 60,000 alquileres temporales registrados en el Ayuntamiento de París, justo antes de los Juegos Olímpicos. En otras ciudades como Copenhague y Venecia, la densidad es menor, rondando los 32 a 33 alojamientos por cada 1,000 habitantes, y aún más baja en Roma y Barcelona, con aproximadamente 12 por cada 1,000 habitantes.
Para frenar el alza en los precios de vivienda, el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido no emitir nuevas licencias de uso turístico para viviendas residenciales y no renovará las actuales a partir de noviembre de 2028. Esto implica que más de 10,000 viviendas dejarán de ser turísticas, pasando a ser exclusivamente residenciales.