México se encuentra entre las naciones más vulnerables del mundo cuando se trata de enfrentar desastres naturales. Su ubicación geográfica, en la intersección de placas tectónicas y en una región propensa a huracanes, lo expone a una amplia gama de peligros naturales, que van desde terremotos devastadores hasta tormentas tropicales destructivas.
1. Actividad Sísmica:
México está situado sobre el “Anillo de Fuego del Pacífico”, una zona altamente sísmica, lo que lo hace susceptible a terremotos. Eventos como el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, que causó miles de muertes, son recordatorios trágicos de esta realidad. A pesar de los avances en tecnología de construcción y sistemas de alerta temprana, los terremotos siguen representando una amenaza significativa.
2. Huracanes y Tormentas Tropicales:
La costa mexicana, especialmente en el Golfo de México y el Océano Pacífico, está expuesta a la llegada de huracanes y tormentas tropicales. Estos fenómenos pueden causar inundaciones, deslizamientos de tierra, daños a la infraestructura y pérdida de vidas humanas. Las comunidades costeras y las áreas bajas son particularmente vulnerables a estos eventos.
3. Inundaciones y Deslizamientos de Tierra:
Las lluvias intensas, especialmente durante la temporada de huracanes, pueden desencadenar inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra en diversas regiones de México. La deforestación, la urbanización no planificada y la falta de infraestructura adecuada agravan estos riesgos, especialmente en áreas montañosas y en las riberas de ríos.
4. Cambio Climático:
El cambio climático está exacerbando la frecuencia e intensidad de muchos desastres naturales en México y en todo el mundo. El aumento del nivel del mar amenaza a las comunidades costeras, mientras que los patrones climáticos impredecibles pueden generar sequías prolongadas o precipitaciones extremas, ambos con graves repercusiones para la agricultura, la seguridad alimentaria y el bienestar humano.
5. Desafíos de Gestión de Desastres:
Si bien México ha fortalecido su capacidad de respuesta y gestión de desastres en las últimas décadas, aún enfrenta desafíos significativos en términos de coordinación interinstitucional, infraestructura resiliente, educación pública sobre preparación para desastres y acceso equitativo a recursos de mitigación y recuperación.
Gráfica del día: México entre los más vulnerables de sufrir desastres naturales
Tal y como lo reveló el reciente informe sobre riesgos globales, publicado en 2023 por la Universidad Ruhr de Bochum, se ha detectado en el panorama la amenaza que enfrentan los países de todo el mundo debido a fenómenos naturales extremos, como terremotos, tormentas, inundaciones, sequías, así como el impacto negativo del cambio climático.
El Índice de Riesgo Mundial, herramienta clave en este informe, evalúa el nivel de riesgo de catástrofes naturales en 193 países reconocidos por la ONU. Dicho índice se basa en dos factores principales: la exposición de la población a los fenómenos naturales extremos y la vulnerabilidad social de cada país.
Y es que en 2023, la media del Índice de Riesgo Mundial en América del Sur fue aproximadamente de 13.8, mientras que en América Central fue de 15.6. En el contexto latinoamericano, México tiene un nivel alarmante, ya que destacó como el país con el índice más alto, alcanzando un valor de 38.17, seguido por Colombia con 37.64. Por otro lado, Paraguay registró el puntaje más bajo en la región, con tan solo 1.68.
El informe subraya que si bien los fenómenos naturales extremos no pueden evitarse por completo, los países tienen la capacidad de reducir el riesgo de catástrofes mediante la lucha contra la pobreza y el hambre, el fortalecimiento de los sistemas de educación y salud, y la implementación de medidas de preparación adecuadas.
Ante esta realidad, es crucial que México continúe invirtiendo en medidas de prevención, preparación y respuesta ante desastres, así como en fortalecer la resiliencia de sus comunidades vulnerables. La cooperación internacional y el intercambio de mejores prácticas también son fundamentales para abordar estos desafíos compartidos en un mundo cada vez más afectado por los impactos del cambio climático.